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Acción Católica Argentina cumple 85 años de servicio en clave de Misión

El 5 de abril de 1931 el Episcopado Argentino daba inicio a nuestra Institución en el marco civil y eclesial de la época. Después de muchos años y como respuesta a la realidad en la que debemos servir, desde su cauce esencial -La Iglesia, siempre joven- hemos venido transformándonos para evangelizar con un dinamismo flexible, desde nuestra identidad, carisma y ministerio.

“Todo en clave de misión” es  nuestro servicio, desde una institución nacida en el siglo XX pero encarnada en el camino cotidiano de los laicos del siglo XXI ,  que  siendo la mayorí­a del pueblo de Dios,  corresponsablemente queremos ser “Iglesia en el corazón del mundo y mundo en el corazón de la Iglesia” testimoniando proféticamente la alegrí­a del Evangelio de Jesús, recibido en un encuentro personal y comunitario que ha transformado nuestra vida.

En nuestra historia, muchos testigos fieles insertos en la realidad cotidiana construyen el reino de  Dios, reino de amor, justicia, verdad y misericordia, llevando a los ambientes de vida y a las periferias existenciales, geográficas, culturales el anuncio del tiempo inaugurado por Jesús que se da paso en la historia de cada dí­a y se concreta en obras de promoción que construyen estructuras de bien.

Somos niños, adolescentes, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, de toda condición social, que desde la “Iglesia que vive entre la  casas de sus hijos y sus hijas”, en cada diócesis del paí­s, maduramos con entusiasmo nuestra vocación laical para irradiar  en la normalidad de la vida nuestro carisma y ministerio peculiar, de estar al servicio de toda la misión de la Iglesia, tanto en la vida pastoral ordinaria como en todos los ámbitos de la vida social.

Por todo esto ¡estamos de fiesta y celebramos! Confiamos el pasado con sus luces y sus sombras como la vida misma, a la misericordia de Dios, el presente lleno de posibilidades y de servicio a Jesús y al Espí­ritu Santo que anima nuestra entrega de cada dí­a. El futuro lo ponemos, como Marí­a, en disponibilidad  para lo que el Señor quiera. Decimos con Ella ¡Sí­!  ¡ Magní­ficat!