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San Cayetano, patrono del pan y del trabajo

Como todos los años, el 7 de agosto nuestro pueblo realiza una nueva expresión de fe al agradecerle y rogarle a San Cayetano que interceda por pan y trabajo.

Desde la Acción Católica revalorizamos esta celebración de la religiosa popular y como tal cercana a la realidad y sentir de nuestro pueblo, que se acerca para agradecer y  pedir por sus necesidades concretas.

Fieles a Jesús, la Iglesia se preocupa no sólo por las necesidades espirituales sino por todo aquello que afecta a las personas y a sus familias, se preocupa por todo el hombre.

En este sentido, el Papa Francisco, en una carta enviada a Mons Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, manifestó su cercaní­a con “tantos hombres y mujeres que se congregarán en los diversos templos del paí­s dedicados al Santo para pedir pan y trabajo o para agradecer el hecho de que no les falte” y pedir “esa dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el pan a casa. Trabajo, esa T (que junto con las otras dos T: Techo y Tierra) está en el entramado básico de los Derechos Humanos; y cuando pedimos trabajo para llevar el pan a casa estamos pidiendo dignidad”.

Además, destacó la dignidad que conlleva trabajar para ganarse el pan: “A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que te lo acerca, al menos en la Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay lugares en el mundo que ni esa posibilidad tiene. Pero el trabajo es tan difí­cil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los í­ndices de desocupación son significativamente altos. El pan te soluciona una parte del problema, pero a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad”.

Texto completo de la carta de Francisco

Mons. José Marí­a Arancedo
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina

Querido hermano:
Dentro de pocos dí­as celebramos la fiesta de San Cayetano. Por medio tuyo quiero hacer llegar mi saludo y bendición a tantos hombres y mujeres que se congregarán en los diversos templos del paí­s dedicados al Santo para pedir pan y trabajo o para agradecer el hecho de que no les falte.

Recuerdo conmovido los 7 de agosto en Buenos Aires. La Misa en el Santuario de Liniers y luego el recorrido de la cola de la gente hasta el Estadio de Velez. Saludar, escuchar, acompañar la fe de ese pueblo sencillo… y tantas veces, ante la angustia de hombres y mujeres que quieren y buscan trabajo y no encuentran …, sólo atinaba a un apretón de manos, una caricia, mirar esos ojos humedecidos de dolor, y llorar dentro. Llorar sí­, porque es duro cruzar tu vida con un padre de familia que quiere trabajar y no tiene posibilidad de lograrlo.

A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que te lo acerca, al menos en Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay lugares en el mundo que ni esa posibilidad tienen. Pero trabajo es tan difí­cil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los í­ndices de desocupación son significativamente altos. El pan te soluciona una parte del problema, pero a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad.

Cuando pedimos trabajo estamos pidiendo poder sentir dignidad; y en esta celebración de San Cayetano pedimos esa dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el pan a casa. Trabajo, esa T (que junto con las otras dos T: Techo y Tierra) está en el entramado básico de los Derechos Humanos; y cuando pedimos trabajo para llevar el pan a casa estamos pidiendo dignidad.

La sabidurí­a de nuestro pueblo usa un dicho para calificar a quien, pudiendo trabajar no lo hace: “Ese vive de arriba”. Y nuestra gente menosprecia a quienes “viven de arriba”, porque arteramente atisban en ellos una cierta falta de dignidad.

Querido Arancedo: que en esta fiesta de San Cayetano todos los Obispos sepamos acompañar a nuestros hermanos que piden pan y trabajo. Y lo hagamos con cariño, cercaní­a y oración, y pidamos también para nosotros esa gracia: que nunca nos falte trabajo, ese trabajo al que nos enví­a el Señor y que nos confiere dignidad.

Por favor, no te olvides de rezar por mí­. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Fraternalmente, Francisco.