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San Francisco de Así­s, ejemplo del cuidado de una ecologí­a integral

El 4 de octubre, toda la Iglesia celebra la fiesta de San Francisco de Así­s, quien con su testimonio y vida nos recordó que “nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos” como lo afirma el Papa Francisco al inicio de su Encí­clica Laudato Si’.

En su carta encí­clica, Francisco rescata la centralidad de la figura de este santo para abordar el “desafí­o urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”.

Allí­ señala: “Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecologí­a integral, vivida con alegrí­a y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecologí­a, amado también por muchos que no son cristianos. í‰l manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados” agrega el Santo Padre en el documento, donde también rescata que “en él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”.

El Papa subraya que “san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad”.

Roguemos a quien el papa San Juan Pablo II nombró Patrono de la Ecologí­a, nos ayude en el cuidado y protección de la Tierra y de la vida.

«Alabado seas, mi Señor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el dí­a y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altí­simo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, y la nube y el cielo sereno, y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy humilde, y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte».
San Francisco de Así­s

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