“Qué alegría verte”
A los que tuvimos la oportunidad de compartir este último tiempo de trabajo, nos tocó escuchar esa frase cada vez que nos encontrábamos. Siempre tenía una palabra linda para decir, un poco de aliento, algún chiste o el típico “eso no es cumplir años” cuando decíamos nuestra edad.
Y hablar de años para él no era un problema, se consideraba un aprendiz a pesar de que su experiencia decía lo contrario. Curioso por demás, charlábamos de política, tecnología, viajes, historia… de Perón a Google, de Sarmiento a Mujica, Borges, Frondizi, Maradona, los Obispos, los amigos de hace décadas y por supuesto… su familia. Cientos de temas de conversación que quedarán guardados en un cálido sepia imborrable, como aquellos recuerdos que nos dejan los abuelos, a donde volvemos cada tanto para sentirnos más seguros y confortables.
Para la ACA fue un signo visible, un signo enorme conocido y querido por muchas generaciones, cuyo significado es haber sido testigo de lo posible: predicar con las acciones. Pero más allá de estar en la sala de personas importantes y puesto en lo alto en nuestra escala de reconocimientos, creo que nuestra suerte fue haber tenido cerca a ese hombre simple, lleno de una voluntad genuina y siempre dispuesto a dar una mano.
El bastón, la boina y un libro acompañaban su llegada con una gran sonrisa a su segunda casa. Venía siempre, aun cuando los médicos le recomendaban no venir. No entendíamos mucho su obstinación que a veces se vestía de fanatismo de cancha (eso dicen los banderines colgados en la pared de su escritorio), un espacio que ahora además de historia, tiene aguante.
Aguante Coco. Fue una alegría conocerte.
Dios lo tiene sonriente en sus jardines!!! Y desde allí sigue dándonos el aliento y la alegría de ser cristianos!!! Hasta cada Eucaristía querido Coco!! AsJ!!