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Cuaresma: tiempo de encuentro con Dios, nosotros mismos y los demás

Queridos hermanos, a partir del 1 de marzo comenzamos el tiempo de Cuaresma, “tiempo de nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. (…) Tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu…”[1].

En este tiempo, la Iglesia nos invita a mirar a Jesús que se retira al desierto[2] para el encuentro personal con el Padre, encuentro que lo preparará para lanzarse a la misión que le era confiada: redimir al mundo del pecado y de la muerte y abrirle a los hombres y mujeres de todos los tiempos las puertas del Cielo.

En medio de las tareas cotidianas, también a nosotros se nos llama a retirarnos al desierto para el encuentro personal con Dios, recordando las palabras del profeta Oseas: “la llevaré al desierto y le hablaré al corazón”[3]. Estos cuarenta días, son un tiempo propicio para redescubrir que “el otro es un don, el pecado nos ciega y la Palabra es un don”[4]. A través de la oración, el ayuno y la caridad volvemos a centrar nuestra vida en Dios, escucharlo a Él, despojarnos de todo lo superfluo e innecesario de nuestra vida y abrirnos al encuentro y servicio a los demás, sobre todo a los débiles y “descartados” de nuestra sociedad.

Cuaresma, tiempo de penitencia, conversión y renovación interior: volver a Dios, convertirnos, significa estar dispuestos a poner todos los medios para vivir como Él espera que vivamos, ser sinceros con nosotros mismos, no intentar servir a dos señores[5], amar a Dios con toda el corazón[6] y alejar de nuestra vida el pecado; en definitiva ser santos como nuestro Padre Celestial es Santo[7].

Por eso, recordemos durante este sagrado tiempo las palabras del Papa Francisco para esta Cuaresma: “Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. (…) Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua”[8].

Que esta Cuaresma no se nos pase de largo, la vivamos con profunda devoción en el encuentro con Dios, nosotros mismos y los demás.

 

P. Emmanuel Bonetta

Asesor Nacional Sectores ACA.

 

 

[1] Cf. Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2017.

[2] Mt. 4,1-11.

[3] Os. 2,16.

[4] Cf. Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2017.

[5] Mt. 6,24.

[6] Cf. Deut. 6,5.

[7] Cf. Lev. 19,2 y Mt. 5,48.

[8] Cf. Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2017.