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Viaje apostólico a Egipto | El mundo necesita valientes constructores de paz

Antes de emprender  su Viaje Apostólico a Egipto, del 28 al 29 de abril, el Papa Francisco envió un video mensaje expresando su profunda alegría y gratitud por haber sido invitado a visitar esa amada nación, a la que llega como mensajero de paz y como amigo.

El Papa hace hincapié en que nuestro mundo, desgarrado por la violencia ciega, que, ha golpeado también Egipto, tiene necesidad de paz, de amor y de misericordia y subraya la necesidad de constructores de puentes de paz, de diálogo, de hermandad, de justicia y de humanidad.

Texto completo del mensaje del Santo Padre:

«Querido pueblo de Egipto:

Al Salamò Alaikum! ¡La paz esté con ustedes!

Con el corazón alegre y agradecido iré dentro de pocos días a visitar su querida Patria: cuna de civilización, don del Nilo, tierra del sol y de la hospitalidad, donde vivieron Patriarcas y Profetas y donde Dios, Clemente y Misericordioso, el Omnipotente y Único, hizo sentir Su voz.

Me siento verdaderamente feliz al venir como amigo, como mensajero de paz y como peregrinos al País que, hace más de dos mil años, dio refugio y hospitalidad a la Sagrada Familia que huyó de las amenazas del rey Herodes (cfr Mt 2, 1-16). ¡Me honra visitar la tierra que visitó la Sagrada Familia!

¡Los saludo cordialmente y les agradezco por haberme invitado a visitar Egipto, al que ustedes llaman “Umm il Dugna” – Madre del universo!

Agradezco vivamente al Señor Presidente de la República, a Su Santidad el Patriarca Tawadros II, al Gran Imán de Al-Azhar y al Patriarca Copto-Católico que me han invitado; y agradezco a cada uno de ustedes, que abren espacio en sus corazones. Gracias también a todas las personas que han trabajado y que están trabajando, para hacer posible este viaje.

Deseo que esta visita sea un abrazo de consolación y de aliento a todos los cristianos de Oriente Medio; un mensaje de amistad y de estima a todos los habitantes de Egipto y de la Región; un mensaje de fraternidad y de reconciliación para todos los hijos de Abraham, en especial para el mundo islámico, en el que Egipto ocupa un lugar de primer plano. Anhelo que sea asimismo una válida contribución para el diálogo interreligioso con el mundo islámico y para el diálogo ecuménico con la venerada y amada Iglesia Copto- Ortodoxa.

Nuestro mundo, desgarrado por la violencia ciega – que ha golpeado también el corazón de vuestra querida tierra – tiene necesidad de paz, de amor y de misericordia; tiene necesidad de constructores de paz y de personas libres y liberadoras, de personas valientes que saben aprender del pasado para construir el futuro sin encerrarse en prejuicios; tiene necesidad de constructores de puentes de paz, de diálogo, de hermandad, de justicia y de humanidad.

Queridos hermanos egipcios, jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, musulmanes y cristianos, ricos y pobres… los abrazo cordialmente y le pido a Dios Omnipotente que bendiga y proteja su País de todo mal.

¡Por favor recen por mí! Shukran wa Tahiaì Misr! ¡Gracias y viva Egipto!»