EDITORIAL | «La no violencia: un estilo de política para la paz»
Por Rafael Corso
Presidente ACA
Queridos Amigos, este es el tema que planteo el Papa Francisco en la celebración de la Jornada Mundial de la Paz del 2017, “La NO violencia” como un estilo político de relacionamiento, de construcción de humanismo, de vinculación social para vivir en paz.
Leemos en su mensaje, “… deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos. Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas”.
En éste párrafo que es el final de la introducción del mensaje, el Papa Francisco subraya la importancia de nuestras decisiones, de nuestras relaciones y de nuestras acciones, tanto a nivel personal, como social y político.
Nuestras decisiones son opciones en las que elegimos algo y desestimamos lo otro. Es esencial preguntarnos si en el análisis de estas opciones nos mueve la búsqueda de la verdad o nos ciegan otros intereses, otras pasiones que buscan la imposición de las propias opiniones, especulaciones y suposiciones.
La búsqueda honesta y profunda de la verdad nos aproxima como hombres, porque por distintos recorridos nos conduce al mismo destino.
Del mismo modo la no búsqueda sincera de la verdad nos separa, nos divide y aleja, y muchas veces conduce a la construcción de muros para no ver, de estrategias para engañar, de campos de confrontación para pelear.
Nuestras Relaciones por otro lado pueden ser lejanas, frías, funcionales, utilitarias, cosificantes, interesadas, … o pueden ser confiadas, respetuosas, amables, cercanas,… fraternas.
De cómo consideremos al otro será el modo de cómo nos acercamos y relacionamos con él. Si en el otro, como en nosotros, llegamos a reconocer luces y sombras, trigo y cizaña, entonces podremos desarrollar la capacidad de escucha, de diálogo, comprensión, y aún de perdón y reconciliación.
Nuestras acciones hablan por nosotros, … “flores son amores” dice la sabiduría popular, y sabemos que al final de nuestros días “seremos juzgados en el amor”.
Desde esta perspectiva quisiera destacar dos exigencias para construir la paz, … la búsqueda sincera y decidida de la Verdad y el desarrollo de la capacidad humana de perdón y reconciliación.
No se trata de una tarea “fácil”, Sí apasionante, que da plenitud a la vida y a la existencia, … “porque la verdad nos hace libres” y el perdón y la reconciliación nos hacen “uno en el amor”.
Los Argentinos estamos urgidos de reencuentro y de paz y de un proyecto común y superador, aceptando y valorando lo vivido y dando gracias como Pueblo que camina en esta tierra “bendita del pan”. La vigencia del Estado de derecho nos impulsa a no caer en la tentación engañosa y destructiva de la violencia.
Digamos Si a la cultura de la Vida; No a la cultura de la muerte.
Necesitamos sobreponernos a las antinomias confortativas que nos destruyen, acercarnos, conocernos, acompañarnos,… realizar un presente de justicia y misericordia, con todos y para todos; sin excluidos, sin desechados, sin ignorados.
Esto requiere rectitud de intención, aceptación de los errores, propósito de enmienda, dar y recibir perdón, compromiso, trabajo, idoneidad, participación y perfeccionamiento de la calidad institucional, buscando decididamente la fidelidad a la misión encomendada a cada uno.
Finalmente, un párrafo en el que el Papa Francisco nos invita a re direccionar nuestro camino personal en la imitación del camino recorrido por Jesús, abrazando su Buena Noticia:
“También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos» (Mc 7,21). Pero el mensaje de Cristo, ante esta realidad, ofrece una respuesta radicalmente positiva: él predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) y a poner la otra mejilla (cf. Mt 5,39). Cuando impidió que la adúltera fuera lapidada por sus acusadores (cf. Jn 8,1-11) y cuando, la noche antes de morir, dijo a Pedro que envainara la espada (cf. Mt 26,52), Jesús trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (cf. Ef 2,14-16). Por esto, quien acoge la Buena Noticia de Jesús reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones»[Leyenda de los tres compañeros: Fonti Francescane, n. 1469]”. (Francisco, Mensaje Jornada Mundial de la Paz 2017, n°3).
Pidamos a María, Nuestra Señora de Luján Patrona de nuestra Patria, que nos envuelva con su amor de madre para crecer en santidad y gracia, siendo Iglesia en salida, al servicio de la Verdad y la reconciliación de nuestro pueblo.