Reconciliación y perdón
Fray GianMaria Polidoro
Presidente honorario de Assisi Pax
Queridos/as, el día de hoy, aniversario del ataque a las Torres Gemelas, no nos trae un buen recuerdo; y los días que estamos viviendo no son serenos ni despreocupados. El huracán Irma, el devastador terremoto en México, las amenazas que provienen del gobierno de Corea del Norte, los recientes problemas provocados por el terrorismo y la tragedia de los migrantes, parecen traer solo anuncios de muerte. Pero también hay una luz que se encendió en Colombia con las palabras del Papa y la buena voluntad del pueblo colombiano, que hablan de reconciliación y de perdón.
Nosotros debemos hacer una elección entre la atención a los hechos de muerte y la escucha a la visión de vida propia de quien habla de perdón y reconciliación. Sé que se trata de una elección difícil, pero también sé que es una elección que nos lleva a una visión positiva de la realidad humana, en un mundo que tan a menudo se detiene a hablar de las cosas tristes y olvida que en nuestra vida hay también realidad bellas y hermosas. Si a ustedes les es de fácil acceso, les ruego leer en la Biblia el salmo 8, que invita a ver lo positivo del mundo, y que comienza y termina casi gritando: “Oh Señor, nuestro Dios, cuán grande es tu nombre sobre toda la tierra”. No es un salmo (o una plegaria) consolatoria, sino una invitación a tener conciencia que en el fondo del túnel, dentro del cual todo parece oscuridad, hay luz. Muy a menudo, les hablé de descubrir lo positivo, porque estoy verdaderamente convencido que en la conducción del mundo y de la historia está Dios y donde está Dios hay luz y amor.
Cuando hablamos de fraternidad, de reconciliación, de encuentro, de ayuda o de perdón, nosotros remarcamos una cosa simple: que podemos tornar en belleza muchas cosas negativas que nos afligen. No les parezca cansador esta insistencia sobre lo positivo, porque mi insistir surge de la conciencia profunda de que nosotros descuidamos con demasiada frecuencia las “curaciones” que podemos brindar donde hay heridas. Por ejemplo, las guerras pueden evitarse por medio de la capacidad de diálogo entre las personas; los odios pueden ser superados por los que hablan fraternalmente, perdonando.
Para muchos el perdón es signo de debilidad, pero no es así. El verdadero perdón lo es, cuando vemos en el horizonte la posibilidad de redimir al hermano que está caído en el mal y aún más, incluso cuando la capacidad de perdonar nos parezca difícil o incluso inútil, pero que inútil no es. Piensen ustedes cuánto material positivo podemos hacer caer sobre nuestra tierra si desterramos el odio, las luchas y la maldad entre nosotros. En este caso no habría más guerras y el uso y venta de cocaína y miseria; es decir no habría todas aquellas cosas malas que dependen o pueden depender de nosotros. Si pensamos en esto, imaginen cuánto sufrimiento podría ser eliminado de nuestra vida.
Es verdad que quedarían los sufrimientos de la naturaleza, pero también en la naturaleza tenemos capacidad de intervención con una sana relación y una ciencia congruente. Pensemos en todo esto y me daría mucha alegría saber de ustedes cuánto bien podría hacer Assisi Pax con nuestro compromiso. Piensen y si quieren, háganme conocer sus reflexiones. Dios los bendiga.
Traducción: Elsa Muzio