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Editorial | El día después

El escenario de esta editorial tiene detrás miles de pañuelos celestes y otros tantos verdes. Son signos de luchas diferentes y es posible de historias diferentes.

Las actitudes también son diferentes pero en este caso se confunden más allá de los pañuelos. Hay intolerantes, críticos,  desbocados, agresivos de uno y otro lado, pero también hay de los que proponen, de los que respetan, de los que afirman sus posturas en sus convicciones. Son los más y no salen en los medios porque manifestarse normalmente nunca será noticia.

En el Congreso se suceden los argumentos, nos eximimos de hacer los comentarios pertinentes.

Los medios hacen de los extremos su propio marketing y juegan para donde quieren jugar o para donde siempre han jugado, como en la danza de Salomé.

Pero en el centro del escenario está la Vida y estará también el días después a que suene en el recinto el resultado. Y estará inquieta y cuestionándonos, esperando nuestro servicio, como lo ha sido hasta ahora. ¡No, perdón! lo estará más, porque la brecha y las heridas no las cierran ni las abren las leyes, a lo sumo las encuadran.

Mañana, habrá que estar de pie, nuevamente, para caminar las calles de los barrios, para abrir los comedores, para estar en el hospital al que le falta de todo, para ir a la universidad o al profesorado y escuchar con dolor cuanto grito de sin sentido ahoga a tantos corazones jóvenes. Habrá que salir a laburar más de ocho horas para que alcance y compartir con el abuelo que no llega a fin de mes, o darle una changa al albañil que el sistema económico excluye.  

Estaremos ahí,  donde la vida vulnerable se enfrenta a la droga, a la soledad o al desamparo. Estaremos jugando o estudiando al lado de ese muchacho que algunos rotulan como el “discapacitado” . Tendremos que acompañar a las chicas que ven en el aborto una salida y a las mujeres víctimas de tantos maltratos, que muchos ni siquiera miran. Tendremos que ayudar, con lo que  podamos, para aliviar la pobreza y  golpear las puertas para que las políticas públicas no sean un slogan y para que los acuerdos no estén tan vacíos como las palabras que pronunciaron los políticos en campaña.

El día después nos encontrará más comprometido con la Vida, no en una postura salvadora, sino buscándole la vuelta, junto a tantos otros que construyen el bien, para erradicar las diferencias desde sus causas y no desde sus consecuencias.

Como nos escribía Rafael, nuestro presidente, en un mensaje: “¡Vamos hacia adelante sin vacilar, con convicción y misericordia, defendiendo la vida y la justicia!”