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¿Confundimos lo que está bien con lo que nos conviene?

Padre Jorge Villafañez
Viceasesor general de ACA

“… Dios echó al hombre del Edén, por confundir lo que está bien con lo que le conviene” – Joan Manuel Serrat – Bienaventurados

 

La vida se nos da y por eso no somos sus dueños. Y muchos son los que serán impactados con lo que hagamos con ella. Porque nuestra vida toca -afecta- a los que tenemos muy cerca (también por afecto) y vaya saber a cuántos que están lejos (aunque no pensemos en ellos).

Y al no ser dueños es peligroso ponernos en ése lugar. Y qué decir del que pretende decidir sobre la posibilidad de vivir o no de los otros. Hay muchos tristes y peligrosos ejemplos en la Historia universal. Y en el presente nacional estamos por hacer historia.

Escribo mi pequeño aporte a punto de terminar el debate y la votación en la Cámara de Diputados sobre el “ley de aborto”. Mientras lo hago me pregunto desde qué lugar se ha decidido interpretar el valor de la vida. La valiosa realidad de nuestra vida. Y me lo pregunto como un simple ciudadano, como un hombre cualquiera… Y con vida.

Porque el modo de interpretar la vida me muestra que no tiene ningún significado a priori ser de un determinado partido político o ser creyente confeso. Lo digo por “socialistas” que se emocionan por la vida y por “católicos” que racionalmente optaron por la muerte. ¿Será por eso que perdimos el Paraíso? ¿Por confundir lo que está bien con lo que nos conviene?

Creo que si prestamos atención a lo que se charla en familia o en las escuelas o en nuestra propia y amada Acción Católica también vamos a descubrir la misma confusión. Se busca el camino más cómodo y egoísta. Porque valorar la vida es permitir y posibilitar su pleno desarrollo: acceder a nutrición, salud, educación, trabajo, descanso, jubilación… Ni qué decir de sentirse amado y soñar.

 

¿Qué podemos hacer?

En una de esas, agregarle al Credo que rezamos cada domingo algunos “artículos ampliatorios”, como que el Padre Vive, el Hijo Vive, el Espíritu Vive y que todo hombre es para la Vida (aún el que rechaza o niega su existencia). O por ejemplo, recordarnos cada día lo que Benedicto XVI decía a los Obispos en Aparecida: “…si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad”. O inclusive sentarnos y preguntarle a nuestros legisladores -especialmente si tienen fe- si saben cual es su responsabilidad… (Documento de Aparecida 13. 436.504-506).

Como discípulos misioneros estamos llamados a una mayor entrega por el bien y la verdad. Eso sí, jamás olvidemos que el Reino crece sin que nos demos cuenta (Marcos 4, 26-34).

Dios es el Señor de la Historia y el dueño de la Vida. Hay esperanza.