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Día del Trabajador | Frente a las dificultades, una oportunidad para la Esperanza

Como cada año, la celebración del Día del Trabajador nos invita a la reflexión y el compromiso. En esta oportunidad, estamos ante una coyuntura inédita, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, y nuestra Casa Común se ha poblado de incertidumbre y angustias. Está situación repercute, altera y modificará muchas de las formas y costumbres de manejarnos en la vida cotidiana, en nuestros hogares, en nuestros barrios y, también, en nuestros trabajos.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio, medida necesaria de prevención para aplanar la curva de contagios de Covid-19 y permitir el abastecimiento del sistema de salud, tuvo como correlato un impacto negativo en la vida económica que afecta directamente el bolsillo de los trabajadores y a sus familias, así como también a las empresas que deben generar fuentes de trabajo. Dos problemas convergen sobre el cuidado de la vida que no pueden soslayarse.

La necesaria reactivación económica y la generación de nuevos empleos hoy parecen lejanas e inciertas. Vemos con preocupación el crecimiento de la insolvencia de empresas que deben permanecer cerradas por la pandemia, lo que lleva a muchas de ellas a comenzar a pensar en despidos o suspensiones de personal, baja del salario a percibir, en especial las pymes y los comercios pequeños que no tienen fondos propios o financiamiento suficiente para un largo período de inactividad.

Otra circunstancia agobiante es la de aquellos que ejercen sus ocupaciones, oficios o profesiones en forma autónoma, monotributistas, trabajadores de la economía social y popular, que en muchos casos tampoco logran desempeñar la actividad que les dé sustento, mientras una inflación creciente, castiga aún más el bolsillo de los trabajadores. No podemos olvidar en esta enumeración a quienes están desocupados y en situación de máxima vulnerabilidad, en especial a muchas mujeres trabajadoras y jefas de hogar, y a quienes son víctimas de trabajo esclavo que ven, en este panorama alejar la posibilidad de acceder a un trabajo digno.

Sin embargo, en medio de esta tragedia, podemos vislumbrar signos de esperanza. El Papa Francisco nos ha recordado en la Pascua que “en esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”, que nos une en la lucha solidaria para vencer la enfermedad, posibilitar el cuidado de las poblaciones con riesgo, volver a mirar a nuestros abuelos y evitar el avance del virus, en un clima de mejor convivencia social, comprometidos en la búsqueda de soluciones comunes por encima de intereses particulares o partidarios.

Sabemos que tenemos por delante una coyuntura difícil y dolorosa que debemos atravesar y que, mientras caminamos bajo su sombra, es necesario también mirar hacia el futuro y construirlo sin los errores del pasado. Necesitamos mayor equidad distributiva y, para que esto sea real, una nueva economía con rostro más humano, cuidadora de la Casa Común, fraterna y solidaria. Para salir adelante precisaremos creatividad, honestidad, sensibilidad social, solidaridad y espíritu de servicio.

Finalmente, queremos agradecer a todos los trabajadores, en particular aquellos que día a día arriesgan la vida en sus lugares de trabajo, en especial en los hospitales y centros de salud. También destacamos a los que se desempeñan en el transporte público de pasajeros, en la industria alimentaria, en los comercios de cercanía y supermercados, en los medios de comunicación y en las fuerzas de seguridad, entre otros.

Este 1º de Mayo será un día especialmente recordado en la historia de la humanidad por su contexto de fragilidad e incertidumbre y, a la vez, de esperanza. Confiamos a cada trabajador y su familia a San José obrero y pedimos su intercesión por los que hoy también desde su trabajo político, sindical, científico, social, tienen a cargo difíciles decisiones para el aquí y ahora y el mañana inmediato. “Necesitamos retomar el camino, recordando que nacemos y renacemos de una llamada de amor gratuita. Este es el punto de partida siempre, sobre todo en las crisis y en los tiempos de prueba. En esta barca, estamos todos”. (Papa Francisco)

Desde nuestro lugar, reafirmamos el compromiso de “poner el hombro” para que nuestro país pueda salir de la situación actual y proyectar juntos una Argentina mejor para todos y cada uno de quienes la habitamos. Que nuestra Madre de Luján, que siempre está atenta a las necesidades y la vida de sus hijas e hijos, nos acompañe.

Sector Trabajadores de la Acción Católica Argentina