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15 de marzo | El Papa y la Acción Católica

Queridos Adultos:

En este 2021 nos espera una nueva Asamblea Federal y con ella el cumpleaños número 90 de nuestra ACCIÓN CATÖLICA ARGENTINA, es por eso que queremos prepararnos de una manera especial para vivir esta gran fiesta.

En este marco queremos compartirles los pensamientos que los distintos Papas tuvieron acerca de la Institución y que está plasmado en documentos, cartas, mensajes etc. a lo largo de todos estos años de vida.

Les proponemos entonces caminar, rumiar, testimoniar y celebrar preparándonos así para este cumpleaños (¡90 no se cumplen todos los días!) y para la asamblea federal.

Continuamos en este lunes compartiendo un mensaje de Su Santidad Benedicto XVI a los participantes en la IV Asamblea Ordinaria del Foro Internacional de la Acción Católica.

Para rumiar…

La «corresponsabilidad eclesial y social»

Se trata de un tema de gran importancia para el laicado…. La corresponsabilidad exige un cambio de mentalidad especialmente respecto al papel de los laicos en la Iglesia, que no se han de considerar como «colaboradores» del clero, sino como personas realmente «corresponsables» del ser y del actuar de la Iglesia. Es importante, por tanto, que se consolide un laicado maduro y comprometido, capaz de dar su contribución específica a la misión eclesial, en el respeto de los ministerios y de las tareas que cada uno tiene en la vida de la Iglesia y siempre en comunión cordial con los obispos.

«De este trato familiar entre los laicos y los pastores se pueden esperar muchos bienes para la Iglesia; actuando así, en los laicos se desarrolla el sentido de la propia responsabilidad, se favorece el entusiasmo, y las fuerzas de los laicos se unen más fácilmente a la tarea de los pastores. Estos, ayudados por laicos competentes, pueden juzgar con mayor precisión y capacidad tanto las realidades espirituales como las temporales, de manera que toda la Iglesia, fortalecida por todos sus miembros, realice con mayor eficacia su misión para la vida del mundo»  (LG 37).

Es importante ahondar y vivir este espíritu de comunión profunda en la Iglesia, característica de los inicios de la comunidad cristiana, como lo atestigua el libro de los Hechos de los Apóstoles: «El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma» (4, 32). Sentid como vuestro el compromiso de trabajar para la misión de la Iglesia: con la oración, con el estudio, con la participación en la vida eclesial, con una mirada atenta y positiva al mundo, en la búsqueda continua de los signos de los tiempos. No os canséis de afinar cada vez más, con un serio y diario esfuerzo formativo, los aspectos de vuestra peculiar vocación de fieles laicos, llamados a ser testigos valientes y creíbles en todos los ámbitos de la sociedad, para que el Evangelio sea luz que lleve esperanza a las situaciones problemáticas, de dificultad, de oscuridad, que los hombres de hoy encuentran a menudo en el camino de la vida.

Guiar al encuentro con Cristo, anunciando su mensaje de salvación con lenguajes y modos comprensibles a nuestro tiempo, caracterizado por procesos sociales y culturales en rápida transformación, es el gran desafío de la nueva evangelización. Os animo a proseguir con generosidad vuestro servicio a la Iglesia, viviendo plenamente vuestro carisma, que tiene como rasgo fundamental asumir el fin apostólico de la Iglesia en su globalidad, en equilibrio fecundo entre Iglesia universal e Iglesia local, y en espíritu de íntima unión con el Sucesor de Pedro y de activa corresponsabilidad con los pastores (cf. Apostolicam Actuositatem, 20).

Trabajad también para ser cada vez más un laboratorio de «globalización de la solidaridad y de la caridad», para crecer, con toda la Iglesia, en la corresponsabilidad de ofrecer un futuro de esperanza a la humanidad, teniendo también la valentía de formular propuestas exigentes.

Que vuestra vida sea «transparente», guiada por el Evangelio e iluminada por el encuentro con Cristo, amado y seguido sin temor. Asumid y compartid los programas pastorales de las diócesis y de las parroquias, favoreciendo ocasiones de encuentro y de sincera colaboración con los demás componentes de la comunidad eclesial, creando relaciones de estima y de comunión con los sacerdotes, con vistas a una comunidad viva, ministerial y misionera. Cultivad relaciones personales auténticas con todos, comenzando por la familia, y ofreced vuestra disponibilidad a la participación, en todos los niveles de la vida social, cultural y política, buscando siempre el bien común.

Benedicto XVI, Castelgandolfo, 10 de agosto de 2012.

               

Para reflexionar

  • ¿Cómo entendemos y practicamos la corresponsabilidad en la evangelización en nuestros grupos de adultos? ¿Cómo  vivimos esa corresponsabilidad con nuestros pastores?
  • Nuestra vida comunitaria se resume en crecer cada día en la oración y estudio ( la formación en y para la misión), a fin dar un testimonio de transparencia de vida laical ( el Evangelio vivido con alegria)  ¿Cómo lo hacemos?
  • ¿Valoramos la vida comunitaria, en familia, en nuestros grupos de AC? ¿Qué gestos concretos realizamos para anunciar el mensaje de salvación con lenguajes y modos comprensibles a nuestro tiempo?

Compartiendo el caminar

Testimonio de Daniel Martini, director ejecutivo del DEPLAI

“La corresponsabilidad exige un cambio de mentalidad especialmente respecto al papel de los laicos en la Iglesia, que no se han de considerar como «colaboradores» del clero, sino como personas realmente «corresponsables» del ser y del actuar de la Iglesia” (Benedicto XVI)

A poco de ser convocado a integrar el Departamento de Laicos de la CEA, me tocó participar de una jornada de trabajo conjunto con algunos Obispos. Uno de ellos nos explicó que, como laicos, estábamos convocados a trabajar en un espacio de los Obispos y que en tal condición nuestro rol era el de colaboradores de la Jerarquía.

Yo no había leído este hermoso texto de Benedicto XVI allá por el 2015 cuando ocurrió la escena que relato pero no hacía falta para darme cuenta que ese pensamiento atrasaba. Casi que tenía un Concilio de atraso así que, con caridad pero firmeza, me levanté y le dije que no estaba de acuerdo porque colaboradores tienen las ONG. Y la Iglesia no es una ONG sino el Pueblo de Dios que quiere laicos formados en la conciencia de la responsabilidad que nace de su Bautismo.

El magisterio del Papa Francisco no tiene ambigüedades al respecto y deberíamos leer y releer una y mil veces la Carta al Cardenal Ouellet del 19/3/2016 en la cual señala claramente que el clericalismo es uno de los grandes males de la Iglesia en América Latina porque, entre otras cosas, funcionaliza el laicado tratándolo como mandaderos.

Las palabras de este discurso de Benedicto XVI son acogedoras: familia, comunión, un solo corazón. El llamado es a construir una Iglesia que sea Pueblo de Dios, donde todos son iguales en dignidad, iglesia de la escucha, iglesia convertida y en la que el poder es una pirámide invertida. Iglesia en la que tienen su lugar las mujeres, los jóvenes y los pobres y en la que se construye el cambio de pensamiento al que nos llamaba en 2012, el papa Benedicto: pasar de la cultura clerical que denuncia el Papa Francisco a una cultura marcadamente laical como señala Querida Amazonia en el punto 94. ¿Seremos como laicos capaces de romper con nuestros propios paradigmas? La alegría del Evangelio lo necesita.