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Mochilas para la misión

Desde el área de adultos el pasado 7 de julio tuvimos la oportunidad de participar de una entrevista a través de YouTube y charlar un rato de cómo nos preparamos para la misión. Si tenés oportunidad de conectarte por internet podés ver la entrevista que quedó grabada:

No queríamos dejar de compartir unas líneas de lo conversado, especialmente para llegar a aquellos que no suelen usar redes sociales. Te pedimos por favor que nos ayudes a que este material llegue a todos aquellos que no pueden ver Youtube.

Preparándonos para la misión

En un primer momento, nuestro responsable nacional de adultos, Jorge Rojas, nos dio la bienvenida y expresó la alegría de poder encontrarnos, dado que esta pandemia no nos permite encontrarnos presencialmente. Por la misma razón de la pandemia, la Asamblea Federal que se iba a llevar a cabo en octubre de este año se pospuso para el próximo año. Y en el área de Adultos habíamos pensado en una serie de encuentros preparativos para esa Asamblea, para la misión. Para salir hacia la Asamblea, habíamos pensado, una de las primeras cosas que hacemos es preparar nuestra mochila. Y de eso se trata esta entrevista.

Luego Mariela Martín nos presentó a Esteban “Tato” Martin, de la diócesis de San Justo, de la parroquia San Pantaleón, quien también fue dirigente diocesano, y nos ayudó a descubrir y pensar cómo preparamos la mochila, para qué, y hacia dónde vamos.


Al hablar de preparar mochilas, se nos viene a la cabeza Mascardi, y la experiencia de preparar la mochila para esos campamentos. Lo que hicimos entonces fue recorrer algunas experiencias y presentar tres cosas: la mochila, la ACA en salida, y María como modelo de misión.


La mochila

En la primera experiencia de Mascardi, había que conseguir una mochila. Gladys Rodríguez acompañó esa vez a comprar la mochila adecuada. Con mucha paciencia recorrieron desde San Justo hasta Palermo. Está bueno pensar entonces, cómo nos dejamos llevar por otro que ya recorrió ese camino. Tanto en la misión como en la preparación para la misión nos dejamos llevar también por quien ya conoce el terreno. Dejarse guiar por otro. Con actitud de humildad, reconociendo que no sabemos todo. Siempre la humildad es una buena compañera de camino, para escuchar al otro, porque ya hizo el camino y le fue bien, o porque cometió errores y nos advierte de los inconvenientes.

En la misión es fundamental además, escuchar a los destinatarios. Recordamos un Arredondo donde nos contaron la anécdota de un asilo que los misioneros comenzaron a visitar los viernes en la tarde. Pero los abuelos no se enganchaban mucho con las visitas de los misioneros. Hasta que preguntaron a los enfermeros por qué podría ser que los abuelos estaban reacios. Y el inconveniente era que antes de las visitas, los viernes a la tarde los abuelos tenían un torneo de naipes, que era el momento más esperado de la semana!

En el Magnificat de María, ella también tuvo esta actitud de humildad y de dejarse llevar por Otro. Clave para cualquier momento de la vida, y clave para la misión. Además, María nos mostró que no entendía, cómo podía ser que una humilde servidora podía ser la elegida.

La mochila, por ejemplo, para la montaña, no puede ser tan chica que no nos alcance para lo necesario, ni tan grande que no la podamos cargar según nuestra espalda. Así también es que hay que descubrir la misión que se ajuste a nuestra espalda. El cuento “Eligiendo cruces” de Mamerto Menapace va en esta línea, si nos ponemos metas muy altas por ahí nos frustramos, y podemos creer que ser misionero no es lo nuestro. Pero sí somos todos misioneros, lo decía Francisco en el Congreso de la FIAC en 2017, todos somos misioneros a cualquier edad y en cualquier circunstancia, aún en la enfermedad. Conviene preguntarnos entonces si esa misión es la nuestra, si es éste el momento, si es éste el modo, si no será otra cosa, si no habrá algo antes. Sin encasillarnos en hacer algo porque siempre se hizo así. Preguntarnos y dudar, para no comprar misiones enlatadas. Si María se animó a preguntarle al Ángel, entonces animémonos nosotros a cuestionar. Sin miedo, porque cuestionarnos nos hace crecer.

A veces hablar de misión puede significar hablar de dedicarle mucho tiempo, pero será el tiempo que cada uno sabe que puede dar. Lo importante es no perder el foco, en que estamos invitados a misionar siempre.

ACA en salida


¿Qué ponemos en la mochila? Muchas cosas se cargan tienen que ver con el rol. Los dirigentes llevaban la olla, lo más grande y pesado. Es que la misión tiene que ver también con el testimonio. En Evangelii Nuntiandi, Pablo VI nos dijo que “el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros es porque son testigos” (n. 41). Por tanto, aquel que dirige lleva algunas cosas que son las incómodas, lo más complicado, dando testimonio como María, testigo ejemplar de sacrificio. Maestra María al pie del Sacrificio supremo de la Cruz.

¿Qué es lo esencial a llevar en la mochila? ¿Llevaría algo más que no sea lo esencial? Es que es muy importante distinguir lo esencial, de aquello que no nos va a servir para nada. Para la misión nos tenemos que despojar, hay cosas que no van. Despojarnos de lo superficial, e ir a lo esencial. Nos imaginamos que María y José, al salir hacia Egipto, habrán llevado solo lo imprescindible.

Despojarnos de tener respuesta a todo. Cuando salimos misionar nos podemos encontrar con que hay muchas respuestas que no tenemos. Despojarnos de los prejuicios. Salir al encuentro del otro sin barreras. Despojándonos también de querer ser el que tengo que enseñar, o el que tengo que dar cátedra. Lo más importante es salir al encuentro.

Francisco, cuando era Bergoglio, había propuesto a los colegios de la Arquidiócesis un proyecto que se llamó escuelas hermanas, para hermanar una escuela de capital con una del interior, hermanar poniéndonos en un lugar de pares. Donde damos y recibimos mutuamente. Así el misionero se convierte en el primer misionado. Vamos a compartir un anuncio. Descubriendo también lo que el otro tiene y me construye.

La misión tiene además algo de locura. La locura de ir un poco más allá. La locura del “hágase en mi según tu Palabra” de María. Piletazo increíble! Ella tenía su plan, su proyecto, y sin embargo lo dejó a un costado para andar el camino de Dios. Humanamente, es inentendible, y en los planes de Dios son las mejores locuras.

Hace poquito, en plena pandemia, estábamos a pleno planeando la misión en un barrio, viendo cómo íbamos con barbijo, protocolos, etc. etc. Y con tanta alegría de que íbamos a salir! Y el hijo más grande estaba un poco sorprendido y preguntó, “¿Tan importante es ir a misionar para ustedes? Y ahí nos dimos cuenta de la locura, de a pesar de la pandemia buscar la forma para salir a misionar.


A caminar!


Sería una irracional tener la mochila preparada y dejarla en tu casa, durmiendo la espera eterna. No podemos pasarnos tooodo el tiempo planificando. No tiene sentido si no salimos a caminar.


Como institución hacemos autocrítica de que a veces vivimos escribiendo, proyectando, de reunión en reunión. Es que no corresponde a este momento eclesial. Francisco en 2017 mencionaba este “salir” a las periferias, primerear, Iglesia en salida, hospital de campaña.


Pier Giorgio Frassati es para muchos de nosotros también un referente a tener presente, como montañista y misionero.


María supo dar testimonio de salir corriendo a visitar a tu prima Isabel. Al conocer la noticia del embarazo de su prima enseguida se puso en camino. María que en cada invocación en Latino América se acerca a su pueblo y a su cultura, cercana del pobre y del que sufre. Rostro materno de Dios. Y María para misionar no va así nomás, se viste de fiesta!

Recordamos una vez más las palabras que Francisco nos dijo en 2017, acerca de los pilares de la AC. Los pilares son cuatro, pero hoy es el momento del apostolado. Hoy nuestra gente necesita que estemos con ellos, y de distintas formas. 


El verbo “estar” es el que usamos hoy más que nunca. María dijo “Acá estoy”. Nos preguntamos todos, ¿estamos? ¿queremos estar? ¿nos animamos a estar? Tal vez la misión simple de llamar a los amigos, de estar presentes hoy. Un desafío en esta pandemia es estar muy atentos a no perder la misión. Atentos a que el encierro no nos corte las alas de la misión. Esta pandemia nos tiene que servir para reinventarnos para la misión. Que la escusa no sea una pandemia. No clericalizar al laicado, no encerrarnos en la parroquia. 


El Señor sabe por qué hace y permite algunas cosas.

¡ALABADO SEA JESUCRISTO!