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Vivir la Acción Católica como misión con todos y para todos

Queridos amigos, comparto con ustedes los primeros ecos del II Congreso Internacional de Acción Católica que vivimos junto al Papa Francisco y a dirigentes de más de cincuenta países, a fines del mes pasado, en Roma. Allí, experimentamos un trabajo de comunión sobre la centralidad de vivir la Acción Católica como “misión con todos y para todos”.

Gozamos de la presencia del Papa Francisco, quien reafirmó la vigencia de la misión de la AC como un servicio encarnado en cada Iglesia diocesana y en cada comunidad parroquial. Pudimos escuchar su orientación para una vida de oración, formación y sacrificio al servicio de la misión evangelizadora, esencia de la AC para asumir el desafío de una Iglesia en salida hacia las periferias geográficas y existenciales que configuran las necesidades reales de las mujeres y hombres de nuestro tiempo, niños, jóvenes y adultos.

Esta encarnación de la fe en Jesucristo alimenta la Esperanza de recrear la vida cotidiana en todas las expresiones personales, comunitarias, sociales y políticas.

Junto al Santo Padre vivimos un momento extraordinario de testimonios de nuestros aspirantes, de una familia de Malta con tres generaciones de miembros de AC, un testigo del trabajo por la Paz en África, una comunidad de servicio en la Isla de Lampedusa, y el testimonio de discípulos misioneros de la Acción Católica Italiana radicados en Tierra Santa.

Reflexionamos sobre la actualidad de nuestra querida Institución, su servicio necesario para el crecimiento y fidelidad a la misión de nuestras comunidades eclesiales, los grandes condicionantes de nuestro actual modelo de desarrollo y las propuestas de recrear la vida de la familia y los sectores sociales hacia un modelo solidario, más cristiano y por tanto más plenamente humano.

Valiosas fueron las salidas misioneras al encuentro de distintas realidades, desde un hospital, hasta el Congreso nacional, pasando por el encuentro con comunidades parroquiales de la ACI, y por la Comisión Anti mafia de la República.

Juntos a lo largo del año iremos desgranando las riquezas compartidas por la numerosa representación Argentina. Lo haremos en los encuentros regionales y en el trabajo de las áreas.

Pidamos por los frutos de lo vivido, por los trabajos de áreas y los trabajos continentales, por el servicio concreto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo para alabar a Dios en la realización de su reino de verdad, vida, santidad, gracias, justicia, amor, Paz y misericordia.

Confiémonos a María santísima, Virgen y Madre.

Rafael Corso

Presidente del Consejo Nacional