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25 de Mayo | Realicemos aquí y ahora nuestra gesta de Mayo

La celebración del 25 de Mayo de 1810 es siempre ocasión de reflexión y de nuevos propósitos. En principio, nos invita a tener memoria agradecida con los hombres y mujeres que forjaron la Patria.

Los criollos, nativos y extranjeros deseosos de vivir con autodeterminación política y económica y ser responsables del destino social de la comunidad local, no dudaron en rechazar primeramente a los intereses ingleses invasores de la Colonia del Río de la Plata y luego a los propios intereses coloniales del controvertido Reino de España.

Este proceso acentuado en Mayo de 1810, conducido por un puñado de patriotas, se coronará institucionalmente en Tucumán, el 9 de Julio de 1816. Un camino sujeto a sacrificios y renuncias, gestas de paz y de guerra, de entregas y traiciones… intereses y proyectos que han marcado encuentros y desencuentros del pueblo argentino, y que, como joven Nación, siguen vigentes aún hoy.

Gratitud con los próceres de nuestra Patria y con tantos varones y mujeres anónimos que han ido construyendo la argentinidad desde la cotidianidad del trabajo honesto, inteligente y servicial.

 

¿Cómo realizar hoy esta gesta patria en coherencia con el espíritu que decimos celebrar?

Renovemos los propósitos que la inspiraron ayer y deben inspirarla hoy, la autodeterminación política y económica que realicen el bien común, bien de la Nación, bien del Pueblo, bien de cada habitante de esta bendita tierra Argentina, tierra del pan, pródiga en riquezas naturales; y en un Pueblo mayoritariamente trabajador, amante de la convivencia y la paz, que supo y sabe abrir las puertas incluyendo a los migrantes y necesitados; y que ha dado signos de desarrollo integral en salud, educación, investigación tecnológica, producción de bienes y servicios con logros extraordinarios de promoción y movilidad social.

Hoy estamos invadidos por un espíritu de contradicción. Vemos frente a nuestros ojos riqueza incalculable y pobreza humillante. Apenas somos unos 45 millones de habitantes en aproximadamente 3 millones de kilómetros cuadrados de territorio continental y extra continental, y tenemos en nuestro país miles de asentamientos y barrios de emergencia que dan testimonio de injusticia e inequidad distributiva y de un hábitat incompatible con el desarrollo y la dignidad humana.

En nuestras comunidades hay miles de desocupados y desempleados, escuelas demandadas y escuelas parcialmente vacías, muchos de nuestros niños y jóvenes viven en la calle; hospitales colmados que administran turnos de atención que se hacen eternos para quienes lo necesitan; nuestros mayores no dejan de vivir en la zozobra de ser mirados con la lupa de los sistemas de salud y bancarios, … pruebas de vida denigrantes, pérdidas de coberturas de salud, trámites, colas y esperas que no se condicen con las posibilidades tecnológicas.

No queremos resignarnos a soluciones mediocres negociadas con quienes desprecian el orden institucional y la dignidad de cada persona condicionando al Pueblo con la inseguridad del delito y la corrupción. Hay que asumir que en mayor o menor medida estamos enfermos de materialismo, individualismo e indiferencia y que nos hemos ido acostumbrando al golpe mortal de la mentira y el engaño. Necesitamos líderes sociales, del mundo público y privado, entregados a la causa del bien, la verdad y la belleza de una vida posible, asumiendo ciudadanamente la corresponsabilidad necesaria para que esto sea concreto y real dentro de las actuales posibilidades, compartiendo solidariamente las riquezas y pobrezas de lo que hemos sabido construir hasta aquí y proponiéndonos una constante superación. La inequidad nos apremia si realmente deseamos la paz social y una convivencia sustentable.

Queremos hacer realidad el pedido que realizara el Papa Francisco de techo, tierra y trabajo como caminos de dignificación y desarrollo integral, en armonía con los bienes universales de la creación. Creemos en la necesidad de construir una Patria de hermanos, justa y solidaria para realizar aquí y ahora nuestra gesta de Mayo, hacer de nuestra Argentina una tierra de paz, celebrándola en justicia y solidaridad.

Que Jesucristo, Señor de la Historia, nos conceda vivir en su amor para hacer nuevas todas las cosas, y María Auxiliadora nos acompañe en este caminar.

 

Rafael Corso

Presidente