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Educación sexual integral: Un desafío para estos tiempos

 

Estamos frente a un  tiempo cargado de interrogantes y el debate sobre el aborto pone sobre la mesa temas que no terminamos de asumir y de tratar. En casa, en la escuela, en nuestros grupos, no son pocas las veces que estos temas se esquivan o se los enfrenta tardíamente cuando pegan con consecuencias no deseadas, mientras tanto se “pilotean”  dejando la  formación y el diálogo sobre ellos a la propuesta, casi siempre exagerada y descontextulizada, de medios y redes, donde lo sexual aparece banalizado de uno u otro modo.

Es hora de asumir en serio el desafío de educar la sexualidad con criterios que van más allá de la genitalidad y proponer a  los  más jóvenes un proceso de maduración e integración de lo sexual que les permita ser personas felices.

Compartimos a continuación parte de un artículo de la Dra. Zelmira Bottina de Rey [1] que nos ayuda a encuadrar esta tarea irrenunciable.

PROPUESTA PARA PADRES Y EDUCADORES Cuando se aborda la educación en general y la educación de la sexualidad en particular, hay tres metas que es necesario considerar:

El desarrollo pleno de la condición sexuada, que implica:

  1. Aceptación del propio ser sexuado; reconocimiento del valor de la masculinidad y la feminidad.
  2. Desarrollo de la identidad masculina/femenina.
  3. Aceptación, valoración y vivencia de la reciprocidad varón/mujer

Es frecuente que cuando se aborda la educación integral de la sexualidad se tienda a poner el acento en los temas vinculados a la actividad sexual, cuando en realidad lo más importante es lograr que el niño crezca, se desarrolle y madure en forma plena según su condición sexuada, es decir, como varón o como mujer. Este logro es requisito fundamental para acceder, en un futuro, a una actividad sexual plenamente humana.

Es importante recordar que:

  • Todos los hombres, varones y mujeres, comparten la misma naturaleza. La idea de naturaleza humana es un referente objetivo que permite establecer un juicio de valor en las acciones humanas: serán buenas o no, válidas o no, según sean acordes o no a la naturaleza humana.
  • Todos los hombres, varones y mujeres, poseen la misma dignidad; esta es la base de los derechos humanos. El derecho a la vida es el primer derecho humano ya que es anterior a cualquier otro.
  • La diferencia sexual es ineludible (no es posible no ser varón o mujer); originaria (se establece cuando comienza la vida en la fecundación/concepción); permanente (la patente cromosómica es indeleble); es el límite de la persona ya que aquel a quien le tocó ser varón jamás podrá ser mujer y viceversa, y es una oportunidad porque lo enfrenta a la necesidad/posibilidad de encuentro con el diferente.
  • La diferencia no se reduce al cuerpo ya que la persona es sexuada.
  • La diferencia suscita la reciprocidad, la apertura y el vínculo del uno con el otro.
  • La reciprocidad varón/mujer constituye una enorme riqueza. A partir de ella se logra el desarrollo pleno de la feminidad/masculinidad; se cumplen con las funciones procreativas y se alcanza un equilibrio en la sociedad y en la cultura.
  • No existe una única manera de expresar la masculinidad o la feminidad.
  • La persona se desarrolla y no se construye. Esta afirmación puede parecer semántica y, sin embargo, en el contexto actual tiene gran importancia ya que la construcción es plasmable por el sujeto, lo que supone que la realidad no es objetiva ni tiene límites; se desconoce que haya verdad en la realidad y no se reconoce una naturaleza dada.
  • El desarrollo, en todos los planos de la persona (físico, psicoafectivo, espiritual y social), se realiza a partir de la propia naturaleza, siguiendo etapas y con una cronología determinada. El te puede favorecer o entorpecer el desarrollo; actúa como condicionante.
  • El ser humano es un ser complejo y en el desarrollo de sus potencialidades juega siempre una interacción entre cuatro elementos: lo biológico, la educación, la cultura que lo rodea y las experiencias propias.
  • Mediante la educación se desarrolla en forma plena la condición sexuada.

 

La humanización del impulso sexual, implica:

  1. Conocer, aceptar, poseer y orientar el impulso sexual. Autogobierno: es sabido que los animales poseen instintos que condicionan sus conductas mientras que el ser humano tiene la posibilidad de aplicar la inteligencia y la voluntad a sus pulsiones y determinar libremente su conducta. Se considera que el ser humano es un ser plástico, dado que sus instintos presentan una gran plasticidad. El impulso sexual también participa de esta plasticidad, dado que no está ligado en forma rígida a una determinada modalidad de satisfacción. Necesariamente tendrá que ser orientado en su desarrollo para que cumpla con sus fines y sea una manifestación verdaderamente humana.
    Es originariamente muy plástico, dado que se activa en forma inespecífica y se va haciendo en el tiempo cada vez más específico, más delimitado, hasta llegar a identificar como objeto de deseo no simplemente a un individuo de la especie humana -sexo opuesto en general- sino a determinado varón o mujer en concreto que parece en cierto momento convertirse en la síntesis de masculinidad o feminidad para la persona que ama. El impulso sexual se actualiza en la pubertad, cuando los testículos comienzan a producir testosterona y los ovarios estrógenos.
    Cabe recordar que el momento de inicio de la pubertad es diferente en varones y mujeres y que tanto la forma de manifestarse la excitación sexual, como los estímulos que la desencadenan, son diferentes en varones y mujeres. Para lograr la humanización del impulso sexual se requiere conocer qué lo desencadena y cómo se manifiesta para, luego, aprender a reconocerlo en uno mismo, aceptarlo, poseerlo y orientarlo.
    Este trabajo que se inicia en la adolescencia continuará durante toda la vida ya que el impulso, siempre presente, deberá ser orientado según la situación vital de cada uno. Tiene que estar claro que no se trata de reprimir el impulso, sino de aceptarlo y orientarlo. De esta manera el sujeto ejercerá autogobierno sobre su persona.
  2. Aprender a filtrar los estímulos: este capítulo de la educación comienza Educación integral de la sexualidad de mujeres y de varones. Desafío de nuestra época en la pubertad cuando, varones y mujeres, comienzan a experimentar excitaciones sexuales frente a estímulos que antes les eran indiferentes. Es capital que la/el joven aprendan a filtrar los estímulos eróticos que les desencadenan excitaciones sexuales. Este aprendizaje requiere de una motivación adecuada y del ejercicio de la voluntad. Y aun contando con estos elementos, no resulta sencillo dado el verdadero bombardeo al que, en la actualidad, están sometidos. Sin embargo, es importante que se pongan en marcha ya que todo ser humano puede llegar a vivir integradamente su sexualidad y ejercer señorío sobre su impulso sexual.
  3. Conocer, aceptar, respetar y hacer plenos los objetivos propios de la actividad sexual humana: las relaciones sexuales para el ser humano tienen objetivos diferentes a los de los animales. Se vinculan con: – el amor entendido como don desinteresado de una persona y la aceptación del otro: para que una persona pueda entregarse, es requisito que haya ido integrando lo físico, lo psicoafectivo y lo espiritual.

El logro de la unidad es un proceso que lleva tiempo y se va profundizando a través del vínculo amoroso permanente y exclusivo entre los que se aman, ya que siempre se puede aspirar a una mayor entrega de sí y a una mayor acogida del otro. – la procreación, ya que la sexualidad se asocia con la vida y la unión sexual es el ámbito natural donde ésta aparece. – se experimenta el placer: este elemento no es menor y su presencia es requisito para una sexualidad sana. Pero no hay que perder de vista que no constituye el fin de las relaciones sexuales, sino un medio de acceso a los fines.

Es fácil constatar que cuando el placer se coloca como único objetivo de las relaciones sexuales, la sexualidad -que es una potencia generosa destinada a lograr la salida de uno mismo y el encuentro con el otro- se convierte en una potencia egoísta que, en el mejor de los casos, nutre al sujeto y el otro se convierte en un objeto de placer. Hoy las rupturas entre la sexualidad, el amor y la procreación son cada vez más profundas.

Es fundamental que padres/docentes transmitan a sus hijos/alumnos que la actividad sexual humana se vincula con el amor (entendido como don y acogida) y con la procreación, y que el ámbito en el que estos dos elementos confluyen es la pareja humana formada por un varón y una mujer unidos por un vínculo libre, permanente y exclusivo, es decir, el matrimonio. Desconocer o no respetar esta realidad banaliza la sexualidad humana y la priva de su verdad y su significado.

Información válida: En algunos ámbitos se sigue discutiendo si tal o cual tema puede o no tratarse con los niños o con los adolescentes, como si prohibir el tratamiento de un tema lo hiciera desaparecer. A la hora de reflexionar sobre qué información brindar a los niños y a los jóvenes, conviene tener en cuenta los riesgos que supone la ignorancia. Ésta aumenta la vulnerabilidad de la persona y la posibilidad de manipulación.

Si bien no hay ningún tema que no se pueda tratar, es fundamental saber cómo y cuándo brindar determinada información ya que la verdad se va “develando”, según las posibilidades intelectuales y psicoafectivas de aquel que la recibe. La verdad se muestra y no se demuestra. La cuestión, entonces, es establecer el momento apropiado, la forma adecuada y el límite de la información a proporcionar. Es importante conocer la cronología de las inquietudes de los niños en referencia a la sexualidad, para poder hacer la distinción entre inquietudes genuinas y las gatilladas por emergentes del ambiente. También contar con algunas técnicas sencillas que ayudan a discernir con mayor precisión qué quiere saber un chico o un joven.

La información útil debe cumplir con ciertas condiciones. Tendrá que ser:

  • Verdadera: desde lo científico, lo antropológico y lo ético. No resulta un dato menor hablar de verdad científica en un momento en que sólo se reconoce la ciencia basada en la evidencia. Este es un paradigma científico que toma como parámetro la información científica existente en las diferentes bases de datos digitales, revistas científicas y páginas web de organismos e instituciones científicas, y la aceptación de protocolos y guías desarrollados por terceros. Así, la educación sexual que se imparta será científica si se amolda a los estándares y conceptos asumidos por ciertas organizaciones y pedagogos. Por otro lado, se reduce la ciencia a las ciencias duras, verificables a través del método científico propio de las mismas. Es muy importante tener en cuenta que existe una verdad antropológica y una verdad ética que también es fundamental mostrar y ayudar a develar.
  • Completa: ya que es sabido que la dificultad de los reduccionismos, tanto científicos como antropológicos o éticos, no está en lo que se dice sino en lo que se deja de decir. Las medias verdades son las que acarrean mayores inconvenientes. • Apelar a valores: para que aquel que recibe la verdad logre elaborar juicios rectos. En definitiva, el objetivo final de brindar información es que el Educación integral de la sexualidad de mujeres y de varones. Para que como sujeto elabore un juicio recto con respecto a la temática tratada, ya que la suma de éstos lo habilitará en un futuro a acceder a conductas sanas. Sin embargo, no hay que olvidar que en la adopción de conductas entra en juego el libre albedrío del sujeto, por lo que -aun cuando se haya recibido una información verdadera, completa y además elaborado un juicio recto- no siempre las elecciones serán las adecuadas.

Son muchos y variados los tópicos que es preciso abordar con los adolescentes y jóvenes, sin embargo, uno fundamental es el de la procreación responsable, tanto por el interés que muestran los jóvenes en el mismo, como por el tratamiento erróneo, o al menos reductivo, que se realiza desde los programas escolares. Es importante recrear el verdadero concepto de procreación y de responsabilidad. Tener en claro que con el primero se hace alusión y se admite una creación de la que el ser humano es colaborador y no árbitro, y además no se agota en el acto generativo sino que implica educación.

El concepto de responsabilidad, que hoy queda reducido a la protección y reducción de riesgos, tiene un alcance mayor, ya que implica hacerse cargo de las consecuencias de los actos que libremente se han realizado. Tiene que quedar claro que el concepto de procreación responsable o paternidad responsable se aplica en el matrimonio y no es sinónimo de la tal mentada salud reproductiva, la cual no es saludable ni reproductiva. Las políticas de salud reproductiva buscan eliminar las consecuencias de la actividad sexual en vez de centrarse en los motivos que mueven a tantos adolescentes y jóvenes a ejercer una sexualidad desintegrada y desordenada. Está claro que el camino a proponer es el de la educación, ya que a través del mismo, tanto jóvenes como adultos, lograrán acceder a una vida más plena.

Es importante que tanto varones como mujeres conozcan acerca de las características y la riqueza de su fertilidad; que tomen conciencia de que la fertilidad es un valor y que, como tal, requiere respeto. Éste no surge por generación espontánea ni por voluntarismo, sino que se requiere conocer, reconocer y aceptar la fertilidad para, recién entonces, lograr respetarla. La gran mayoría de las mujeres, sin importar la edad ni el medio socio-económico-cultural del cual provengan, poseen conocimientos escasos, confusos y fraccionados sobre su fertilidad

Es fundamental que las chicas, poco después de haber comenzado a ciclar, aprendan a leer los indicadores de fertilidad en sus cuerpos e identifiquen, en forma precisa, su período de fertilidad. Lo ideal es que las madres guíen a sus hijas en este aprendizaje. Sin embargo pocas veces se da esta posibilidad porque las madres no poseen los conocimientos y/o no saben cómo enseñarles a sus hijas. Enseñar a realizar el reconocimiento de la fertilidad no es lo mismo que enseñar métodos naturales. Éstos requieren de un seguimiento personal que comenzará por la identificación de los días fértiles y culminará con la comprensión de las reglas del método adoptado. Es fundamental que los adolescentes sepan que:

  • Existe una alternativa natural, que es saludable, auténtica y eficaz, que en un futuro puede servirles para buscar o postergar la llegada de un hijo.
  • Lo que diferencia los distintos métodos naturales es el indicador o los indicadores que se usan para hacer la identificación de los días fértiles.
  • Que todos los métodos naturales tienen en común la abstención de la actividad sexual durante los días fértiles si el objetivo es evitar un embarazo. En las ofertas que se realizan a partir de las campañas de Salud Reproductiva, los métodos naturales no figuran. La población está privada de elegir la alternativa natural porque simplemente desconoce su existencia.

Por eso es importante que los adolescentes y jóvenes tengan acceso a estos conocimientos ya que mediante los mismos podrán hacer elecciones libres e informadas y serán menos proclives al atropello y la manipulación. También es importante brindar a los adolescentes, varones y mujeres, información válida sobre anticoncepción que les permita elaborar juicios rectos sobre los diferentes métodos anticonceptivos.

También en este tópico se advierte que la población en general posee conocimientos fraccionados e incompletos. No son muchos los padres que pueden acompañar a sus hijos en estas temáticas, por lo que es muy importante desarrollar programas de formación de adultos, padres y docentes, que permitan concretar estas consideraciones. No basta con afirmar que los padres son los primeros educadores y que en la familia se realiza la preparación para la vida. Hoy el ambiente circundante, especialmente los medios masivos de comunicación, tiene mucha presencia en la vida de los niños y de los jóvenes. Por ello, los padres y docentes necesariamente deben actualizarse, capacitarse y formarse para poder dar respuesta a las necesidades de sus hijos y alumnos.

Las políticas de Salud Reproductiva y de Educación Sexual representan un gran desafío para padres y docentes, y ante las mismas deberán apostar con esperanza, convicción y firmeza a la educación, recordando las palabras de S. S. Benedicto XVI: [15] “A medida que va creciendo el niño, se convierte en un adolescente y después en un joven; tenemos que aceptar, por tanto, el riesgo de la libertad, permaneciendo siempre atentos a ayudar a los jóvenes a corregir ideas y decisiones equivocadas. Lo que nunca tenemos que hacer es apoyarle en los errores, fingir que no los vemos o, peor aún, compartirlos como si fueran las nuevas fronteras del progreso humano. (…). La sociedad no es algo abstracto; somos nosotros mismos, (…), con las orientaciones, las reglas y los representantes que escogemos, si bien los papeles y la responsabilidad de cada uno son diferentes. Es necesaria la contribución de cada uno de nosotros, de cada persona, familia o grupo social, para que la sociedad (…) se convierta en un ambiente más favorable a la educación”.

Para profundizar en detalles:

[1] Directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia (Pontificia Universidad Católica Argentina -UCA-). Médica Pediatra (Universidad de Buenos Aires -UBA-) . Doctorando en Medicina (Facultad de Ciencias Médicas, UCA). Docente de la 1º Cátedra de Pediatría del Hospital de Clínicas (UBA)