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La santidad: un proyecto de vida

Mons. Raúl Roberto Trotz
Asesor de la Comisión Nacional de Adultos

 

El Papa Francisco nos indica el camino correcto para vivir con entusiasmo el presente, con ocasión de la fiesta de San José nos escribe un documento. Gaudate et exultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.

El Santo Padre comienza diciendo: “Alegraos y regocijaos dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa. El Señor lo pide todo y lo que ofrece es la verdadera vida y la felicidad para la cual fuimos creados”.

Su Santidad retoma aquí dos afirmaciones claves de Jesucristo: ”Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”, “Yo les doy mi alegría y quiero que mi alegría en ustedes sea perfecta”.

En la misma introducción afirma “Él (Jesús) nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada”.

En esta línea de plantearnos el proyecto de ser santos en el contexto en el cual estamos viviendo dice el Papa: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la iglesia militante. Es muchas veces la santidad “de la puerta de al lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o para usar otra expresión, “la clase media de la santidad”. (7)

Luego de mostrar dos sutiles enemigos de la santidad (el pelagianismo y el gnosticismo actual) nos va a mostrar, a través del desarrollo de las bienaventuranzas como: “la palabra feliz o bienaventurado, pasa a ser sinónimo de “santo”, porque expresa que la persona que es fiel a Dios y a su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha”. (64)

Entre los números 110 y 157 nos va desarrollando algunas notas de la santidad en el mundo actual: “estas notas que quiero destacar no son todas las que pueden conformar un modelo de santidad, pero son cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo que considero de particular importancia debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy. En ella se manifiestan: – la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y debilita; – la negatividad y la tristeza, la acedia cómoda, consumista y egoísta; – el individualismo y – tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religiosos actual”. (111)

Después de invocar a la Madre Dios, finaliza la exhortación: “Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar”.

Que las alentadoras reflexiones del papa Francisco nos iluminen en este momento tan complejo que nos toca vivir.