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Santo Domingo Savio

Italiano de origen, de la cuidad de Turín, nación en una humilde familia trabajadora. Parece ser que desde pequeño su inteligencia fue muy vivaz y se distinguía por su alegría.
Desde esa misma edad y a partir de su primera comunión fue un devoto de la Sagrada Eucaristía a la que se acercaba diariamente. Su maestro fue San Juan Bosco, y su anhelo era llegar a ser sacerdote.

Los dones y talentos que Dios le había regalado y él supo fructificar lo hicieron un joven alegre, con un carácter pacificador, capaz de ayudar a otros a pensar y reflexionar, de una sabiduría sencilla, profunda como testimonian que fue su vida.

Tenía una gran voz y se destacó como solista en el Oratorio.
Murió muy joven, pero dejo tras sí su testimonio de joven cristiano decidido y fervoroso, razón por la cual la Iglesia lo propone como patrono de los adolescentes y jóvenes, para que aun a más de un siglo recordemos que en todo tiempo, se puede ser cristiano coherente y comprometido con la fe, sin perder las características propias de la edad y de la vida común de cualquier ser humano.