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7 de junio | El Papa y la Acción Católica

Queridos Adultos: Ya llegaron los 90 años de nuestra querida Acción Católica Argentina y hemos festejado en nuestras diócesis, parroquias y comunidades.

Continuando con la celebración, compartimos las orientaciones que los distintos Papas nos han regalado a través de documentos, cartas, mensajes, etc, a lo largo de estos 90 años.

Les proponemos entonces caminar, rumiar, testimoniar, rezar,  celebrar y conocer también los distintos apostolados que se han hecho y se hacen en la Institución.

Este lunes, compartimos parte del mensaje de San Juan Pablo II a la Acción Católica Italiana el 25 de abril de 1986.

Para leer y rumiar….

El presente discurso lo dirige el Papa a la VI Asamblea Nacional de la Acción Católica Italiaan y está lleno de referencias concretas a la situación que vivía en esos momentos la Acción Católica de aquel país, sometida a las fuertes presiones de nuevas corrientes ideológicas aun dentro de la Iglesia.

Me siento feliz al recibiros, así al comienzo de vuestros trabajos asamblearios para abordar en vuestra compañía algunos temas decisivos para la pastoral de la Iglesia en Italia y, por tanto, para la andadura de la Acción Católica, ofreciendo de este modo puntos de referencia y orientaciones para vuestra reflexión.

A ello me impulsa el afecto que siento hacia vuestra asociación, la conciencia de su importancia, la voluntad de interpretar las expectativas y esperanzas de vuestros obispos, tan vinculados a la Acción Católica y frecuentemente formados en su seno. El oficio del Sucesor de Pedro se entrelaza, en efecto, con el obispo de la primera diócesis italiana: de ahí se deriva para el Papa un vínculo particular y una específica responsabilidad pastoral respecto a esta querida nación. “…

En primer lugar, todo cristiano, en virtud del bautismo, y por el hecho de pertenecer al pueblo de Dios, está llamado a llevar a cabo según la condición propia de cada uno, la misión de la Iglesia que es la evangelización y la santificación.

La Iglesia, por su constitución divina, es jerárquica y, por tanto, existe un apostolado jerárquico que es propio de los ministros ordenados; pero existe también un apostolado propio de los laicos, que se manifiesta como presencia de la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en las que no puede ser sal de la tierra, sino por medio de ellos; en particular, el apostolado de los laicos tiene la misión específica de la animación cristiana del orden temporal.

Pero los laicos pueden ser llamados también de diversas formas a colaborar más inmediatamente con el apostolado de la jerarquía (LG 33). El caso simbólico de esta llamada es el de la Acción Católica, cuya identidad queda perfectamente delineada por las notas características descritas en el número 20 del decreto conciliar Apostolicam Actuositatem. La doctrina del Concilio pone el acento sobre la misión integral de los laicos, de evangelización y de santificación, como también de animación cristiana de las realidades temporales en el seno de la única misión de la comunidad eclesial (Cfr. LG 31-33; A.A. 2-3, 5-7).

Por esto, Pablo VI, con motivo de la III Asamblea Nacional en 1977, dijo que ‘la Acción Católica está llamada a realizar una singular forma de ministerialidad laical, orientada a la ‘plantatio ecclesiae’ y al desarrollo de la comunidad cristiana en íntima unión con los ministerios ordenados’.”

San Juan Pablo II a la Acción Católica Italiana, 25 de abril de 1986.

Para rezar…

Que María Madre de la Iglesia nos impulse a llevar la Palabra de Jesús a todos nuestros ambientes y así ser sal de la tierra y luz del mundo.

Para compartir en la vida de grupo

1) En esta realidad tan especial y dolorosa que estamos viviendo, ¿somos sal y luz  en nuestros ámbitos? ¿Con que acciones puedo serlo?

2) El Papa nos  decía: “el apostolado de los laicos tiene la misión específica de la animación cristiana del orden temporal.” ¿Cómo tratamos de llevar a Jesús, de animar a nuestros hermanos con este presente de aislamiento que estamos viviendo en esta pandemia?

3) ¿Nos preocupamos y nos ocupamos como dirigentes en nuestros ambientes? ¿Somos familia para nuestra comunidad, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos?

Compartiendo el caminar…. y testimoniar

Compartimos con ustedes este apostolado que nos trae Daniel Paz de la diócesis de San Justo, exvicepresidente diocesano y exdirigente nacional.

Colaborando con la obra del padre Bachi

Fue una iniciativa del Consejo diocesano de San Justo con la participación de todas las parroquias de la diócesis, que se dio entre los años 2013 y  2015. En el primer año, cada mes había dos o tres parroquias  encargadas de juntar ropa, comida, elementos de limpieza, colchones, etc,  que luego algunos referentes parroquiales, junto con  los diocesanos, la llevaban a la parroquia del padre Bachi, donde funcionaba un merendero y un centro de recuperación de adictos.

En el segundo año se nombró un referente para este servicio, que fue Osvaldo Blanco, y se agregó una cosigna: que con la entrega de lo que se juntaba, iba toda la parroquia a pasar una jornada con los chicos del merendero, para que pudieran acercarse a la realidad del barrio y de esa forma fomentar la importancia de este servicio. Para esto, preparaban juegos, títeres, películas y actividades recreativas.

El tercer año se nombró otro referente ya que Osvaldo no podía seguir por falta de tiempo y se le encargo esta misión a Julián Martín.

No fue nada sencillo coordinar todas estas actividades y no siempre las cosas salieron como esperábamos.

Algunas cosas quedaron sin concretar, entre ellas, una idea de colaborar con la comunidad acercando algunos profesionales (abogados, médicos, dentistas, etc) que prestarían un servicio en esa comunidad, tan necesitada de todo. Pero no lo pudimos lograr.

También se intentó abordar el problema de la drogadicción, que es uno de los flagelos más difíciles en nuestra Diócesis. Se hicieron un par de charlas en dos parroquias que salieron muy bien y se intentó dar asesoramiento en la parroquia San José, pero no tuvo continuidad.

Sin embargo, fue uno de los primeros servicios que se realizaron en la diócesis y nos aportó muchas cosas muy buenas para todos los que participamos. Aprendimos mucho y tuvimos vivencias inolvidables. Sin dejar de lado lo hermoso que era trabajar al servicio de una obra gigantesca que tenía al frente a un verdadero Santo de nuestros tiempos, que fue el padre Bachi, con quien siempre era un placer poder dialogar.