Misión Familia | Reencontrarnos, acompañarnos, ayudarnos

En el marco de nuestro 90 aniversario y en el Año Familia Amoris Laetitia, nos propusimos recorrer juntos este camino, en medio de este tiempo difícil que nos toca atravesar. Desde cada comunidad parroquial, en nuestras diócesis, salir al encuentro de cada familia, por el medio que sea posible en esta nueva realidad, empezando por las más cercanas y por las más necesitadas.

Nos animan tres acciones… Reencontrarnos, acompañarnos y ayudarnos

Para hacerlo posible, cada comunidad desarrollará su creatividad en el amor. Para ayudarnos en esa “inspiración” hemos recopilado estas acciones y sugerencias:

En especial, queremos poner nuestra mirada en la JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS Y PERSONAS MAYORES a celebrarse el 25 de julio. Salgamos a reencontramos y acompañar a nuestros mayores.

Iniciativas propuestas:

Que los Aspirantes preparen una estampa del Ángel de la Guarda, de la Virgen, Santa Ana, San Joaquín, etc para entregar a sus abuelos y a adultos mayores por los jóvenes.

Que los ministros extraordinarios acerquen la Eucaristía a los adultos mayores que por su condición de riesgo no pueden asistir a la Misa presencial.

Que los abuelos preparen prodiciones escritas, videos o audios con cuentos para enviarlo a los niños y niñas en agosto, cuando se celebrará el Día del Niño

Celebrar la misa de la comunidad y asegurarse que los adultos mayores puedan participar desde sus casas, acompañando con el uso de celulares por sus familiares o por algún joven con autorización y siguiendo protocolos en vigencia.
Recoger las intenciones de las personas mayores y abuelos para presentarlas en la celebración.

RECURSOS PROPUESTOS por el Dicasterio de los laicos, las familias y la vida para la jornada

http://www.laityfamilylife.va/content/laityfamilylife/en/amoris-laetitia/pastoral-resources-world-day-for-grandparents-and-the-elderly21.html#spagnol

Para compartir en este tiempo

El Papa Francisco nos recuerda en Fratelli Tutti la necesidad de la comunidad. Nos pregunta, en medio de todo esto, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que está caído en el camino?

Y nosotros, como comunidad misionera:

¿Hemos sido capaces de superar conflictos en nuestra comunidad?
¿Tenemos en cuenta la dimensión comunitaria, tanto hacia adentro de nuestro grupo como con los que no pertenecen a él?
¿Conquistamos cada día el bien, el amor, la justicia y la solidaridad?
¿En qué acciones lo demostramos?
¿Tenemos en cuenta la historia de nuestra institución, de nuestro grupo, y continuamos el camino recorrido
¿Somos capaces, en lo personal y en el grupo de “levantar la cabeza” y reconocer al hermano?

Y la familia, es el primer grupo humano, cercano, diaria en el que vivimos y con quienes nos relacionamos, la nuestra, la que se amplia a la familia más grande, las familias de cada miembro del grupo, las familias de los amigos y de los vecinos.

Porque como señala Francisco en Fratelli Tutti “no puedo reducir mi vida a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a mi propia familia, porque es imposible entenderme sin un tejido más amplio de relaciones” (89).

Busquemos el modo creativo y posible para volver a encontramos y seguir caminando juntos.

Recordemos que es el tiempo de ACOMPAÑARNOS