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22 de noviembre | El Papa y la Acción Católica

Queridos Adultos: 

Continuando con la celebración de los 90 años de ACA y preparándonos para la Asamblea Federal, compartimos las orientaciones que los distintos Papas nos han regalado a través de documentos, cartas y mensajes, a lo largo de este tiempo

Les proponemos entonces caminar, rumiar, testimoniar, rezar, celebrar y conocer también los distintos apostolados que se han hecho y se hacen en la Institución

En este lunes, compartimos el Ángelus del Papa Francisco en Plaza San Pedro del 25 de noviembre de 2018. Si bien no está dirigido exclusivamente a nuestra institución meditaremos sus palabras sobre esta fiesta tan importante para nosotros.

Para leer y rumiar

«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La solemnidad de Jesucristo Rey del universo, que celebramos hoy, se coloca al final del año litúrgico y recuerda que la vida de la creación no avanza de forma aleatoria, sino que procede hacia una meta final: la manifestación definitiva de Cristo, Señor de la historia y de toda la creación. La conclusión de la historia será su reino eterno. El pasaje evangélico de hoy (cf. Juan 18, 33b-37) nos habla de este reino, el reino de Cristo, el reino de Jesús, relatando la situación humillante en la que se encontró Jesús después de ser arrestado en el Getsemaní: atado, insultado, acusado y conducido frente a las autoridades de Jerusalén. Y después, es presentado al procurador romano, como uno que atenta contra el poder político, para convertirse en el rey de los judíos. Pilato entonces hace su petición y en un interrogatorio le pregunta al menos dos veces si Él era un rey (cf. vv. 33b.37).

Y Jesús en primer lugar responde que su reino «no es de este mundo» (v. 36). después afirma: «sí, como dices, soy Rey» (v.37). Es evidente, por toda su vida, que Jesús no tiene ambiciones políticas. Recordemos que tras la multiplicación de los panes, la gente, entusiasmada por el milagro, quería proclamarlo rey para que derrotara al poder romano y restableciese el reino de Israel. Pero, para Jesús, el reino es otra cosa y no se alcanza con revueltas, con violencia ni con la fuerza de las armas. Por eso, se retiró solo al monte a rezar (cf. Juan 6, 5-15). Ahora, respondiendo a Pilato, le hace notar que sus discípulos no han combatido para defenderlo. Dice: «Si mi reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos» (v. 36). Jesús quiere hacer entender que por encima del poder político hay otro mucho más grande que no se obtiene con medios humanos. Él vino a la tierra para ejercer este poder, que es el amor, para dar testimonio de la verdad (cf. v. 37). Se trata de la verdad divina que, en definitiva, es el mensaje esencial del Evangelio: «Dios es amor» y quiere establecer en el mundo su reino de amor, de justicia y de paz. Este es el Reino del que Jesús es Rey, y que se extiende hasta el final de los tiempos.

La historia enseña que los reinos fundados sobre el poder de las armas y sobre la prevaricación son frágiles y antes o después terminan quebrando. Pero el Reino de Dios se fundamenta sobre el amor y se radica en los corazones, ofreciendo a quien lo acoge paz, libertad y plenitud de vida. Todos nosotros queremos paz, queremos libertad, queremos plenitud. ¿Cómo se consigue? Basta con que dejes que el amor de Dios se radique en el corazón y tendrás paz, libertad y tendrás plenitud.

Jesús hoy nos pide que dejemos que Él se convierta en nuestro rey. Un Rey que, con su palabra, con su ejemplo y con su vida inmolada en la Cruz, nos ha salvado de la muerte, e indica —este rey— el camino al hombre perdido, da luz nueva a nuestra existencia marcada por la duda, por el miedo y por la prueba de cada día. Pero no debemos olvidar que el reino de Jesús no es de este mundo. Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados, solamente con la condición de que nosotros no sigamos las lógicas del mundo y de sus «reyes».

Que la Virgen María nos ayude a acoger a Jesús como rey de nuestra vida y a difundir su reino, dando testimonio a la verdad que es el amor.»

Papa Francisco, Ángelus, 25 de noviembre de 2018.

Para compartir en la vida de grupo

En este día posterior a la festividad de Cristo Rey les proponemos más que preguntas para reflexionar; recordar el día de la oficialización y las personas que nos ayudaron a llegar a ese momento tan importante.

Te proponemos que compartas tus historias y fotos con nosotros, y las publicaremos en nuestro Facebook.

Compartiendo el caminar… y testimoniar

Hoy compartimos con ustedes el testimonio de Raquel de Ovejero de la Parroquia San Nicolás de Bari y miembro de la comisión diocesana de adultos de San Justo.

Mi nombre es Raquel M. de Ovejero, soy de la Parroquia San Nicolás de Bari de la Diócesis de San Justo. Me recibí de catequista en Morón, por aquel entonces San Justo pertenecía a esa diócesis. Mis maestras fueron las monjas francesas Leonil Duquet y Alice Dumont, que luego fueron desaparecidas. Yo era catequista y un día haciendo compras me encuentro en la calle con una vecina y me invita a una reunión en la parroquia; era una reunión de A C A.

Todas las señoras eran muy amables, me comprometí a volver y me pidieron q llevara algo para anotar y el Evangelio.  A la siguiente reunión cuando llegué quedaban libres los primeros asientos y como soy alta me senté a un costado, debajo de una ventana. Rezamos y la que guiaba me pide abrir el Evangelio y leer lo primero que encontré … “La mies es mucha y los trabajadores pocos”. Yo sentí como una presencia a mi lado y me dieron ganas de arrodillarme, pero no lo hice. Jesús me estaba pidiendo algo. Después de dos años de participar me oficializaron. Una semana antes sentía una emoción muy grande, algo pasaba dentro de mí y tenía una alegría inmensa. Cuando le conté a mi dirigente, me contestó:” Hay mucha gente q está rezando; están haciendo ramilletes espirituales para que des muchos frutos” (son oraciones, sacrificios , comuniones , misas , etc.  que se rezan y se ofrecen para determinada persona; luego se sumaban y se escribían en una tarjeta que se regalaba).

Agradezco a tantas personas: a mi párroco de entonces  P. Matías Borstnar , a mi presidenta Marina de Jometon, y a Haydee  que me invitó a participar.

Todavía soy una miembro y una dirigente activa. Fue un maravilloso Cristo Rey, el mío y en cada fiesta renuevo mi compromiso; me oficialicé en 1984. Hoy a mis años siento que una de las mejores cosas que me pasó en la vida fue ingresar a esta querida institución, a esta gran familia que es la Acción Católica.

¡Alabado se Jesucristo! ¡Viva Cristo Rey!

¡Hasta el próximo lunes!