Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores 2024

Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores 2024

INTRODUCCIÓN GENERAL

          El 31 de enero de 2021 Francisco anunciaba haber “decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia cada año el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de san Joaquín y santa Ana, los ‘abuelos’ de Jesús.”

“El domingo 28 de julio de 2024 se celebrará la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. El tema elegido por el Santo Padre, “En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9), pretende subrayar cómo la soledad es, lamentablemente, la amarga compañera en la vida de tantos mayores que, a menudo, son víctimas de la cultura del descarte.

En el año de preparación al Jubileo, que el Santo Padre ha querido dedicar a la oración, el tema de la Jornada está tomado del Salmo 71, la invocación de un anciano que relata su historia de amistad con Dios.

Al valorizar los carismas de los abuelos y de los mayores y su contribución a la vida de la Iglesia, la celebración de la Jornada quiere fomentar el compromiso de toda la comunidad eclesial en la construcción de vínculos entre generaciones y en la lucha contra la soledad, conscientes de que – como afirma la Escritura – “No conviene que el hombre esté solo” (Gén 2,18).” (1)

Mensaje del Santo Padre para la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores: “En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9)

 

Queridos hermanos y hermanas:

Dios nunca abandona a sus hijos. Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil. Él no se fija en las apariencias (cf. 1 S 16,7) y no desdeña elegir a aquellos que para muchos resultan irrelevantes. No descarta ninguna piedra, al contrario, las más “viejas” son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras “nuevas” para construir todas juntas el edificio espiritual (cf. 1 P 2,5).

Los salmos están llenos del asombro del corazón humano frente a Dios, que nos cuida a pesar de nuestra pequeñez (cf. Sal 144,3-4); nos aseguran que Dios nos ha plasmado en el seno materno (cf. Sal 139,13) y que no entregará nuestra vida a la muerte (cf. Sal 16,10). Por tanto, podemos tener la certeza de que también estará cerca de nosotros durante la ancianidad, tanto más porque en la Biblia envejecer es signo de bendición.

Y, sin embargo, en los salmos encontramos además esta sentida súplica al Señor: «No me rechaces en el tiempo de mi vejez» (Sal 71,9). Una expresión fuerte, muy cruda. Nos lleva a pensar en el sufrimiento extremo de Jesús que exclamó en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).

Papa Francisco

Para reflexionar:

  • El salmo citado anteriormente —en el que se suplica no ser abandonados en la vejez— habla de una conspiración que ciñe la vida de los ancianos. Parecen palabras excesivas, pero comprensibles si se considera que la soledad y el descarte de los mayores no son casuales ni inevitables, son más bien fruto de decisiones —políticas, económicas, sociales y personales— que no reconocen la dignidad infinita de toda persona «más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre» (Decl. Dignitas infinita, 1). Esto sucede cuando se pierde el valor de cada uno y las personas se convierten en una mera carga onerosa, en algunos casos demasiado elevada. Lo peor es que, a menudo, los mismos ancianos terminan por someterse a esta mentalidad y llegan a considerarse como un peso, deseando ser los primeros en hacerse a un lado.
  • A todos nosotros —acostumbrados a la idea de que la soledad es un destino inevitable— Rut (la que se quedó acompañando a la anciana Noemí) nos enseña que a la súplica “¡no me abandones!” es posible responder “¡no te abandonaré!”. (…) La libertad y la valentía de Rut nos invitan a recorrer un camino nuevo. Sigamos sus pasos, hagamos el viaje junto a esta joven mujer extranjera y a la anciana Noemí, no tengamos miedo de cambiar nuestras costumbres y de imaginar un futuro distinto para nuestros ancianos.
  • En esta IV Jornada Mundial dedicada a ellos, no dejemos de mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias, visitemos a los que están desanimados o que ya no esperan que un futuro distinto sea posible. A la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad contrapongamos el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir “¡no te abandonaré!” y de emprender un camino diferente.

Francisco

Gestos y Acciones

  • En general:
  • Visitá a tus abuelos
  • Visitá a un abuelo o persona mayor que se sienta sola o pasa un momento difícil
  • Organizá con tu grupo una visita a algún hogar de abuelos para celebrar una tarde distinta y especial
  • Hacia nuestros adultos mayores de la Acción Católica:
  • Llegar con una tarjeta de salutación a sus hogares o lugares donde se encuentran.
  • Compartirles algún presente, o bien un adorno previamente trabajado para este fin con un mensaje que los anime.
  • Realizarles una video llamada con el grupo reunido o bien presentándose en forma personal (podemos conocerlos o no)
  • Armar un pequeño video de saludos que puedan enviarles por distintos medios, puede ser también por radio o canal local.
  • Consensuar con ellos o sus familiares una tarde para tomar el té.
  • Si compartimos con ellos podemos buscar alguna foto y llevarles para hacerlos recordar momentos vividos.


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