Susana Lastra

Susana Lastra

Por Susana Lastra

Que Dios escribe derecho con letras torcidas, era un dicho que había oído muchas veces para probar que algunas cosas que en su momento nos parecían una tragedia, a lo largo, se convierten algo así como una traba que Dios nos quitó del camino para que anduviéramos mejor por él.
Eso tendría que haber comprendido al año y medio de la ruptura de mi compromiso…Cuando rompí el noviazgo mi vida siguió-en apariencias –igual que antes. Tenía una vida social con amigos y amigas, fiestas, salidas en barco, deporte, etc. Tampoco cambió mi vida de estudio…Aunque la vida seguía más o menos igual que la anterior yo estaba vacía por dentro y me parecía que era un autómata…”

Comienza la aventura con la AJAC
·Un día se nos acercó en un casamiento una chica con la cual no simpatizaba para nada, dirigiéndose a mi amiga Baby y a mí nos preguntó ¿a ustedes no les gustaría ser socias de la Acción Católica de la Parroquia del Socorro? Era nuestra parroquia. En verdad no sabíamos de la asociación ni nos importaba saberlo…, ella nos explicó que era una asociación para “laicos”-palabra china para mí-y se ocupaba de ayudar en sus tareas a la Jerarquía de Jurisdicción de la Iglesia-más chino todavía. Y al final, no sé si desilusionada de nuestra falta de interés dejó caer la frase “El Papa Pío XI la fundó y ha pedido a todos que la apoyen”

Susana había estudiado en el Sagrado Corazón y el lema del mismo era “alumna del Sagrado Corazón, hija fiel de la Iglesia”, entonces aquella última frase resonó particularmente en ella.
“Unos días después nos presentamos en la Parroquia para hablar con la presidenta de las jóvenes de Acción Católica. Y allí ocurrió mi primera sorpresa: era una chica de nuestra edad. Yo de la parroquia sólo conocía la cara del párroco y otro sacerdote, y al sacristán porque prendía y apagaba velas, hacía la colecta y nos iba a llamar al sacerdote cuando queríamos confesarnos”

Era el tiempo posterior al Congreso Eucarístico (1934) y se hacia sentir la necesidad de formar al laicado
“En la parroquia nos quedamos con Baby y comenzamos a asistir a las reuniones semanales de formación, porque según nos decían “nadie puede dar lo que no tiene” …También entramos al Instituto de Cultura Religiosa.”
El Instituto Superior de Cultura religiosa había sido creado por los Consejos de la AMAC y la AJAC para nutrir la formación de jóvenes y mujeres con cierto grado de formación religiosa. Funcionaba en la calle Montevideo 850.

El paso al Consejo Arquidiocesano

“Como al año me preguntaron si no podía pasar al Consejo Arquidiocesano que dirigía a la Acción Católica en Capital, y allí llegué con mi poca experiencia y mi falta de ganas de ponerme a trabajar con gente distinta. Mi vida social y de estudio seguía más o menos como antes y le dedicaba bastante tiempo al estudio los fines de semana a las diversiones”

“El trabajo que me dieron en el Consejo fue bastante opioso. Me pasaba tres o cuatro horas frente a un fichero perfectamente impersonal y allí ponía, sacaba, rompía y escribía nuevas fichas. Eran fichas de las chicas que entraban a las parroquias y querían oficializarse como socias…Yo trabajaba con fichas y no con caras así que la tarea se hacia monótona si no fuese por que a mis espaldas había una mesa como de veinte personas, a ella caían
continuamente dirigentes que volvían de visitar los círculos, presidentas que tenían problemas con sus comisiones y también muchas veces con sus párrocos”

Susana relata como le llamaba la atención esta entrega generosa de estas dirigentes dispuestas a dejarlo todo por cumplir con su tarea.
“Me entusiasmaba que las chicas pudieran discutir tanto en la presencia del asesor quien de repente recibía una serie de soluciones contrarias a las que él proponía. Eso me parecía algo increíble sobre todo frente a tantas palabras que me había tenido que tragar como alumna del colegio y en lo poquito que allí me había desahogado frente a tantas locuras como nos
obligaban a hacer”

“Me encantaba esa Iglesia, más abierta donde podía hablar, discutir y apelar. Los asesores a veces se volvían locos entre los gritos de veinte o treinta mujeres pero eso era mucho mejor que quedarse discutiendo consigo mismo.”

Relata luego como del fichero la pasaron a nuevas tareas como confeccionar folletos para provisorias y dirigentes bajo la mirada firme de la presidenta del Consejo Julia Elena Jiménez Zapiola y, visitar círculos en compañía de Beba Lanas.

“Le dije a ella que sí (a Beba por las visitas) y también le dije adiós a mis salidas en yate de los sábados. Yo la debía acompañar a Mataderos…Para mí ir a Mataderos en colectivo era como hacer un safari por África, no dije nada de que nunca me había subido a uno”

La vida de Susana era acomodada, pero alejada de la realidad barrial que ahora le tocaba enfrentar. Eso sí, su familia la había criado respetando al prójimo de cualquier condición.

“En esas parroquias lejanas a las que llegábamos por toda clase de andurriales de la ciudad siempre encontrábamos chicas generosas que a pesar de trabajar toda la semana, sabían dedicar sus sábados y domingos a realizar tareas para la mejor formación de sus socias, aspirantes y niñas”

No pocas cosas le aportó a Susana estas salidas, conoció Buenos Aires, conoció a su gente, valoró a aquellas jóvenes que provenían de ambientes de trabajo la mayoría trabajaba en fábricas, tiendas u oficinas públicas.
Vinieron luego numerosas responsabilidades, entre ellas el dar su primer tema frente a Obispos, sacerdotes y un gran número de jóvenes en el salón del Colegio El Salvador.

Recuerda que estaba muy nerviosa y que dio su discurso tan rápido que su confesor, presente en primera fila, no atinó a aplaudirla ni por compromiso y que Gloria Fontecha –
una gran dirigente dice- le comentó con sinceridad” lo dijiste pésimamente, pero era muy profundo” Luego de esta experiencia y de varias otras que le siguieron Susana fue votada en la Asamblea como vocal del Consejo.

El Hogar de la Juventud

“Mientras estaba en el arquidiocesano, en época de Nelly Marini, me pusieron de presidenta del Hogar de la Juventud. Era un club para chicas empleadas que no eran socias de la Acción Católica pero que querían tener un lugar de encuentro y diversión. El club tenía su sede en Perú 555 y otra sede en la Lucila”

En el club se daban cursos durante la semana, se realizaban deportes, clases de gimnasia.
En la Lucila se podía pasar el fin de semana había cancha de tennis, basketball, pista para patinar, mesa de ping-pong.
“Las chicas lo pasaban muy bien, llevaban sus amigas pero para mi el club tenía su inconveniente. Eran todas chicas muy normales, hablaban de su futuro, de futuros novios, familias, etc. pero con tanta vida de trabajo y vida de club, no tenían contactos con chicos de su edad…Yo no quería que el club se convirtiera en mixto pero si que le diera la facilidad de encontrarse con sus amigos, los hermanos de las compañeras del club, con otros chicos, de manera que fuera más abierto y completo para las chicas.”

El tema fundamental sería entonces enfrentar al Cardenal Copello, fundador del Club y al asesor de la Acción Católica. Parece que de este ultimo consiguió permiso para enfrentar al cardenal con un tímido “si se anima”. “Me hice toda una estrategia clara y comprensible sobre el para qué quería los bailes que iban a completar la vida del club y la mía. Sólo con el fin de qué las chicas se divirtieran, no iba a convérselo. Tenía que tener otro contenido, más sutil y más alto: La familia cristiana”

Recuerda que llegó al lugar- la Curia frente a plaza de Mayo- que tocó el despacho del cardenal y que al abrirse la puerta lo vio de espalda mirando por la ventana. Intuyó entonces que después del ¿qué desea Srta. Lastra? Vendría un monólogo en el que solo ella hablaría.

“Empecé con mi tema fuerte de la familia para decirles si no era mejor que las chicas bailaran en el hogar de la juventud …Había dicho muchas cosas más porque estaba extenuada y me callé. Entonces escuche la voz del Cardenal que me decía: -” Me parece muy bien Srta. y me gustaría que hablara sobre esto con el asesor de los jóvenes socios del club-, que había para los muchachos”

Al salir de allí recordó la frase del jesuita Laburu” el que cree que no puede, no puede aunque pueda”. Con su gracia característica apunta; “Ojala hubiese cumplido mejor los consejos del Padre Laburu, pero con esta me apunte un punto a favor frente a los que creían que pedir algo así, era un disparate en aquel entonces”

El paso al Consejo Nacional

“Fue entonces que tuve que cambiar el colectivo por el tren y por los ómnibus de larga distancia. Porque ahora no visitaba parroquias, sino diócesis. Si con Beba Lanus había conocido a Buenos Aires, con María Elena Rozés y compañeras de Consejo, iba a conocer la República de punta a punta”

Una descripción de María Elena Rozés, resalta el espíritu y buen humor de Susi-como la conoce todo el mundo-. Cuenta que la presidenta era muy exigente y las tenía al trote, no solo para trabajar sino para controlar prolijamente lo que se hacia. Las chicas sentían miedo ante su presencia, relata:” Confieso que yo no le tenía susto, al contrario a veces me
reía de ella y de sus exageraciones, creo que esto me valió más tarde tener que sucederla”

“El primer indicio de que podía ser presidenta nacional lo recibí como una broma y sucedió a seis meses de la Asamblea Nacional de Salta….Bahía Blanca hacía su Asamblea y yo estaba escribiéndole a mamá en un escritorio nuestras peripecias. En ese momento pasó un sacerdote muy amigo de hacer bromas y me saludó diciendo” adiós futura presidenta del
Consejo Superior”. Miré hacia atrás y no había nadir, la broma era para mí. Me tomó tan de sorpresa que yo tenía la lapicera lista para poner el punto sobre la i de ciudad y se lo puse sobre la u, este trauma todavía me dura y jamás acierto poner punto sobre la i”

Pasaron los meses y sobre la vida de Susana aparecieron algunos dolores, su mamá murió y los problemas quedaron postergados por un tiempo. Finalmente, cuando llegó a Salta a la asamblea donde su responsabilidad estaba puesta en la preparación de los temas, fue nombrada presidente
Susana participó luego como presidenta de las Jóvenes en el congreso Mundial de Jóvenes (1947) junto a Elvira Camarlingo y Celina Piñeiro Pearson. En Roma fueron recibidas por su Santidad Pío XII y conocieron a Monseñor Montini, quien seria años después Pablo VI Su labor como presidente de la AJAC concluyó en 1952, cuando pasó la posta a Doly
Fincati.

Su amiga , Elvira Camarlingo nos cuenta” Durante la presidencia de Susy la Acción Católica en general, y sobre todo sus ramas femeninas, habían llegado a una etapa de madurez, la organización estaba bien afianzada, el número de socias crecía satisfactoriamente, los cuadros de dirigente-, en los tres niveles-estaban bien preparados, y sin descuidar la preocupación siempre presente por la formación, en la Acción Católica hubo un fuerte impulso hacia el ambiente a donde había que llevar el espíritu evangélico” Sigue el relato su amiga y compañera de tantos trabajos apostólicos” Siempre fue característico el interés de Susy por lo cultural, organizaba “viajes de egresados” a Europa, impulsó decididamente el Centro de Información y Cultura-donde colaboraron otras dirigentes y socias con gran entusiasmo, entre ellas Emilia Paz, Blanca pinedo, María Inés Mendiróz y muchas otras. También en su epoca se creo un cine club llamado
Enfoques donde colaboraron especialistas como Jaime Potenze, Max Wullich.Al dejar la presidencia de la AJAC en 1952, Susy pasó como vocal a la AMAC, luego a la Junta Central.”

“Hay misterios en nuestra vida que por muy misterios que sean son verdades mas que concreta. Yo estoy segura que fue el Espíritu Santo al ver como aceptaba algo que no deseaba y me mostraba que él estaría siempre a mi lado para darme los empujones necesarios”

Hoy Susana tiene……años, ya no está en la actividad apostólica desde un cargo, pero su lucidez increíble, su buen humor, la mantienen “al pie del cañón” dispuesta a hablar de todo y compartirlo todo, valorando lo que Jesús le ha dado y como a través de la Acción Católica el Señor le ha regalado el don de la amistad “Somos un grupo de amigas…Siempre hemos oído decir “Dios los cría y ellos se juntan” y en el caso del nuestro es que ha todas nos ha juntado en la Acción Católica en distintos puestos y en distintas épocas. Esto hace que nos tengamos confianza y sea fácil la comunicación. Además, todas somos muy abiertas y hablamos de todo, no solo de lo
religioso…Creo que es uno de los grandes dones que nos dejó la Acción Católica: es una cantidad de personas con las que nos sentimos amigas porque sabemos lo mucho que hemos recibido y tenemos en común. Yo creo que fue para nosotras y para muchas más un semillero donde se criaron los gérmenes más genuinos de una sólida amistad”



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