Un poco de historia

Mascardi un lugar para el encuentro 

 

Entre los múltiples lugares que reciben a los chicos y chicas de la Acción Católica; la montaña ocupa un lugar especial, desde sus inicios. Bajo aquella orientación de Pío XI de la “montaña gran maestra”, fue ella el escenario privilegiado de estos momentos vividos a lo largo y ancho del país, sea ya en los majestuosos Andes, como en las Sierras cordobesas o puntanas, o las Sierras de Tandillia y Ventana por mencionar algunos puntos de referencia.

 

No es posible enumerar la cantidad de campamentos realizados, a nivel nacional se sumaron por décadas unos cuantos, interrumpidos en algún momento de crisis y retomados con ciertos intervalos o recapitalizados de diferentes maneras en Campamentos diocesanos, ínter diocesanos, etc. Pero también la cuenta debería llegar a cada grupo parroquial que ha valorado este instrumento y lo tiene incorporado a la vida propia del grupo de Acción Católica que cada año, en algún momento, generalmente llegado el verano, como antes se describía, inicia su marcha.

 

 

Muchos de esos pasos confluyen a un punto de encuentro “mágico”, un “lugar en el mundo” privilegiado quizás porque esa “gran maestra” susurra al oído muchas historias y trasmite mística para quién llega, al menos una vez,  a ese rincón del Mascardi, apenas identificado con un simple cartel en el que se lee “Cabaña Pío XI”. No ha faltado un desprevenido que al escuchar de la Cabaña, esperara un modesto pero cómodo hospedaje de turismo, pero la Cabaña en realidad es un refugio simple, austero, que respira en sus  mas de 60  años muchas historias vividas, fuertemente vividas, que aloja la noche fría mientras se cuentan  anécdotas en rueda de largos mates,  la noche antes del regreso cuando las carpas ya cerrada anuncian que vamos camino a casa, es el reparo del viento fuerte o la lluvia que se descarga algunos veranos mientras el tiempo pasa rápido compartiendo la vocación y la misión asumida. Es el punto de encuentro común para las muchas “tiendas” que se arman a su alrededor y que traen el peregrinaje del año para regresar a él, fortalecidos y esperanzados.

 

Construida a mediados de 1950 por un grupo de jóvenes organizados en tanda, Pío XI se levanta en un recodo del camino al Tronador, sobre la margen del lago del mismo nombre, en la zona que llaman los lugareños “del Quemado”, en referencia a la ubicación del antiguo hotel Tronador que desapareció en un incendio.

 

El predio  concedido por Parque Nacionales, es uno de los puntos más hermosos de este recorrido. La playita, las bahías, el marco imponente del Tronador más allá del lago, el Bonete  son puntos  que los acampantes del lugar comienzan a tener en su memoria como nombres familiares, marco de amistades profundas, aunque se encuentren una vez al año.

 

 

Elfo Morales, que fue   dirigente  parroquial, diocesano y nacional  contaba :” Algunos se quejaban porque costaba muy caro ir a Bariloche, aunque viajábamos en tren, en clase segunda, con asientos de madera. Pero  Dios se nos  manifestaba en la belleza de esa naturaleza, en la nieve, en los cerros, en la luna llena, donde además recibíamos los pensamientos espirituales de Mons. Carrera.

 

En estos campamentos arquidiocesanos conocí al Padre Lombardero y a Mons. Zaspe. Él tenía una chispa, un humor que era incomparable. Era un compañero, estaba en todos lados, se interesaba por todo, de tu trabajo, tu estudio;  era un gozo estar con él.

 

Creo que estamos en deuda con Zaspe, porque nunca se hizo nada cuando alguien habló de empezar su proceso de santificación, porque la verdad él era un santo.

 

Zaspe nos escribía las historietas de la revista Conquista que nosotros teníamos.

 

Los campamentos siempre creaban un espíritu solidario. Una vez rescaté a uno de los sacerdotes que por lavar su ropa en el arroyo, lo llevó la corriente, y lo salvé. Él siempre me lo agradece, pero yo no recuerdo. 

 

Hacíamos muchas cosas en los campamentos, nos bañábamos en el lago y Zaspe era un buen nadador, él nos ponía las marcas hasta donde podíamos ir. 

 

Una vez subimos al Cerro López con los aspirantes, y nos demoramos en regresar al campamento porque quisimos volver caminando. Zaspe estaba tan preocupado, que dejó de rezar recién cuando escuchó nuestros cánticos, pensó que nos había pasado algo, porque nos habíamos ido en camioneta.  Zaspe era como un padre.”

 

 

Luego de un periodo sin uso, hace  40 años ese lugar recobró su  dinamismo y  desde ese momento, cada verano, pasan por allí cada año jóvenes de San Martín, Rosario, Lomas de Zamora, San Justo, Avellaneda Lanús, San Juan, Mercedes Lujan y muchos otros, que pasaron por el Mascardi y han quedado capturados por su “mística”

 

Imposible no recordar aquí, al padre Juan Vázquez, a Quique Martínez, a Diego Cerdá a Luis Nieto, a Jorge Cornaglia ¡y a las chicas! que, se fueron sumando en la medida en que los campamentos fueron espacios ya no solo para los muchachos, sino para toda el Área de Jóvenes de Acción Católica.

 

Cada enero, el Consejo Nacional inaugura a través del “cabañero”, la temporada para recibir a quienes suben como Pedro, Juan y Santiago junto al Maestro para descubrir su rostro resplandeciente en la caminata, la marcha de ascensión al Cerro, el fresquito baño en el lago, la Misa en playita o la “capilla” silvestre para regresar luego del encuentro fraterno a la realidad de cada ambiente donde se testimonia la fe, donde se forja la santidad.

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