15 Abr MEDITACIONES PARA SEMANA SANTA 2025
INTRODUCCIÓN
En este tiempo, en que nos estamos preparando para vivir la Semana Santa, nuevamente queremos ayudarnos con las meditaciones de nuestro querido Beato Cardenal Eduardo F. Pironio. Por eso les estamos volviendo a compartir, en una versión ampliada, unos extractos de sus “Meditaciones para Semana Santa”. Durante tres días nos propone reflexionar sobre los tres signos que en la noche pascual se usarán en especial: la luz, el agua y el pan.
1- LA LUZ
«Quisiera que esta noche pensáramos juntos acerca del significado de la luz. Lo primero que sucederá en la noche de la vigilia pascual será la bendición del fuego que purifica, que limpia, que da calor, que aclara todas las cosas; bendición de la luz nueva que es Cristo resucitado. Un día, por el bautismo, fuimos iluminados en Cristo Jesús para comunicar esta claridad a los hermanos. (…)
Los frutos de la luz son verdad, justicia y amor. ¿Somos hijos de la luz? El mundo que camina entre tinieblas ¿reconoce en nosotros el rostro de Cristo que es luz?
Al prepararnos para la Pascua nos planteamos esta primera pregunta bien sincera y fraternal, bien fuerte y comprometida: ¿tenemos conciencia realmente de ser luz? Porque la luz comunica seguridad, la luz contagia alegría, la luz anuncia esperanza. ¿Somos así? ¿No habrá algo que cambiar en nosotros?»
Beato Eduardo Pironio
Para reflexionar:
- La luz es seguridad. Seguridad de que Cristo resucitó y de que Cristo sigue viviendo entre nosotros. Y entonces no tenemos por qué tener miedo.
Nosotros, cristianos, ¿damos seguridad a los hombres que esperan? ¿O vivimos en la inseguridad y en el miedo, en la tortura y en la búsqueda angustiosa?
- La luz es signo de alegría. El mundo de hoy, ¿no es cierto que se muere de tristeza? ¿no es cierto que está como apenado, sufriente y dolorido? ¿Por qué los cristianos no somos testigos de la alegría? ¿Por qué? (…)
La luz es alegría, pero si nos contemplan siempre tristes y aplastados, si nos ven cansados y aburridos, ¿Qué van a descubrir los hombres en nosotros?
¿Qué pueden escuchar de nosotros, si no les transmitimos el gozo de que realmente Cristo resucitó?
- La luz es signo de esperanza, es signo de fecundidad y de vida. Pero ¿pueden los hombres, a través de nuestro testimonio personal, descubrir en nosotros la luz nueva de una esperanza que nunca desaparece ni se quiebra? O, por el contrario, estamos transmitiendo a nuestros hermanos una sensación de desaliento, de pesimismo, de cansancio.
- La luz de la vigilia pascual nos compromete a ser la Iglesia de la fe recibida, rumiada y anunciada: la Iglesia de la profecía (…) ¿Anunciamos a Jesús en la sencillez de nuestra palabra, en la transparencia de nuestro testimonio?
La Iglesia de la luz es la Iglesia de la fe comunicada en el testimonio de una esperanza segura, esperanza fraterna, esperanza creadora.
Que la Virgen de la Pascua, Nuestra Señora, Ella que recibió en su interior la luz que la hizo feliz; Ella que la guardó y la comunicó a los hombres para que fueran salvados, nos meta en su corazón durante estos días, y nos haga vivir la vigilia más feliz, la más luminosa, la más fecunda de toda nuestra vida.
2-EL AGUA
«Quisiera que esta noche pensáramos un poco en el agua. En el agua que nos limpia, nos purifica, nos hace nuevos, nos convierte. En el agua fecunda que nos hace hijos. En el agua sencilla que nos hace hermanos.
Quisiera que esta noche, ahondando un poco las exigencias de nuestro bautismo, que renovaremos en la noche de la vigilia pascual y que es como el comienzo, el punto de partida de nuestro compromiso cristiano, pensáramos sencillamente en estas tres cosas: en el agua bautismal que nos limpia y nos purifica llamándonos a la conversión; en el agua fecunda que nos engendra por el Espíritu Santo como hijos de Dios y nos hace sentirlo muy cerca y muy adentro. Finalmente, en el agua sencilla, común, cotidiana y fraterna, que a todos nos une como hermanos, haciéndonos miembros de un mismo pueblo, de una comunidad de creyentes.»
Beato Eduardo Pironio
Para reflexionar:
- El agua que nos limpia y nos purifica en la conversión. (…) La conversión es una búsqueda del Señor. ¿Lo he encontrado en mi vida? ¿Cómo lo he buscado? ¿Cómo lo encuentro? ¿Busco al Señor exclusivamente cuando vengo al templo y grito: “Señor, Señor”? ¿O trato de descubrirlo en este hombre, en esta mujer, con los cuales me encuentro durante la jornada, que quizás necesitan de mi palabra, de mi presencia, de mi comprensión? ¿He tratado de descubrir al Señor en los acontecimientos de la vida que a veces me golpean mucho? ¿He tratado de descubrir que allí está el Señor? ¿Creo verdaderamente que no cae un solo cabello de mi cabeza sin el permiso del Padre que está en los cielos? ¿Tengo capacidad, a la luz de mi fe, para descubrir que el Señor va pasando hoy en la historia y que me grita: “necesito de ti”? ¿Tengo capacidad para eso?
- El bautismo nos comunica el agua que nos hace hijos. Por él clamamos a Dios: “¡Padre!”. Es el agua regeneradora y fecunda. (…) Nos sentiremos felices porque somos creados en Cristo Jesús, para las obras buenas; nos sentiremos felices porque somos hijos; porque ha nacido en nosotros el hombre nuevo. (…)
¿Y cómo es ese hombre nuevo? (…) este hombre nuevo es un hombre libre, un hombre fraterno, un hombre señor de las cosas. Un hombre que no se siente oprimido, esclavizado por las cosas.
¿Qué es lo nuevo que nos trae Cristo? Lo nuevo de Cristo es lo de adentro, es el estilo distinto con que se tienen que hacer las cosas.
- Vamos a hablar ahora del agua sencilla, común, cotidiana, que nos hace hermanos. (…) Me impresiona mucho el encuentro de la samaritana con Jesús. La sencilla frase del Señor pidiendo a la samaritana: “dame de beber”. (…) El mundo, sediento y fatigado, pide de beber a los cristianos y nosotros, tal vez, nos mantenemos en una situación de indiferencia, de insensibilidad o de superioridad. ¿Quién eres tú para pedirme de beber? ¿No les parece que los cristianos necesitamos un examen de conciencia muy sincero? Examen de conciencia que nos lleve a una interioridad muy sencilla, capaz de descubrir en cada hermano a Cristo que me grita: “mujer, hombre, dame de beber”.
- Que la Virgen de la Pascua nos prepare a ser verdaderamente luz en el Señor, hijos nacidos por el agua fecunda como el seno materno de Nuestra Señora, hermanos serviciales los unos de los otros.
3- EL PAN
«Esta noche, queridos hermanos, haremos una simple reflexión, como las que hemos venido haciendo, sin ánimo de enseñanza, en un clima de oración sencilla y fraterna. El tema será precisamente el pan: el pan como signo de unidad, como fecundidad en la vida, como alimento y fermento, como eficacia para cambiar el mundo.»
Beato Eduardo Pironio
Para reflexionar:
- El pan como signo de unidad: ¿No es cierto que el pan nos une?
El pan que Jesús nos dejó para la vida del mundo, el pan de su propio cuerpo, de su propia sangre, el pan de la Eucaristía, también tiene que unirnos. Es el pan de la comunidad cristiana.
Se me ocurren algunas preguntas: ¿celebramos de veras nosotros, cristianos, la Cena del Señor, con un espíritu auténticamente fraterno ¿Hay en nosotros un corazón muy sensible, muy abierto a las necesidades de nuestros hermanos?
- El pan que nos robustece para la vida, es el pan que nos alimenta. Hemos escuchado a Jesús diciéndonos que El es el pan, pan vivo que vino para que tuviéramos vida.
Hace falta el pan de la palabra. De la palabra con minúscula, que es nuestra palabra sencilla, sincera, fraterna. Palabra que decimos al hermano para animarlo. Y, sobre todo, hace falta el pan de la Palabra con mayúscula que es Cristo el Señor, manifestada, anunciada, comunicada a nuestros hermanos, para que encuentren el camino de la salvación
Pan de la Palabra, pan de la Eucaristía. ¡Cuánta falta hace en nosotros y en los demás el pan de la Eucaristía!
- Pensemos ahora en el pan que es levadura. Al recibir el cuerpo del Señor, cada uno de nosotros tiene que convertirse en levadura nueva que transforme al mundo. (…) Alimentados por el pan bueno que es Jesús mismo, metámonos en el mundo, en el dinamismo de la historia, con la decisión firme de ir creando una sociedad más justa, más fraterna, más humana.
- Señor, hemos meditado en Ti esta noche como pan que se introduce cual levadura nueva en el mundo, para cambiarlo. Concédenos la gracia de que sintamos la fuerza del Espíritu. Que esta noche nos cambie y nos lance al mundo muy fraternalmente, para cambiarlo desde adentro.
- Señor, que vivamos muy unidos la noche verdaderamente feliz que nos espera, la noche de la Pascua. ¡Prepáranos Señor!
4- HACIA UNA IGLESIA PASCUAL
«En las entregas previas estuvimos meditando sobre los tres signos que en la noche pascual se usaron en especial: la luz, el agua y el pan. En esta nueva entrega el Beato Cardenal Eduardo F. Pironio nos propone reflexionar sobre una Iglesia Pascual.
¿Cómo sería esta Iglesia Pascual?
Ante todo –y fundamentalmente- la Iglesia del acontecimiento de Pentecostés. Luego, una Iglesia <joven>, una Iglesia <nueva>, en comunión, en esperanza, en misión, profética, evangelizadora.
Pero una Iglesia pascual tiene que ser necesariamente la Iglesia del desprendimiento y la pobreza, del anonadamiento y la cruz, de la persecución y la muerte.
Es la Iglesia de Pedro y Pablo. Es la Iglesia del testimonio y del martirio.
Una Iglesia Pascual es la Iglesia que nació en María.»
Beato Eduardo Pironio
Para reflexionar:
- Una Iglesia pascual es en María como <el signo de esperanza cierta y de consuelo> (LG. 68).
- Esta es la Iglesia que expresaremos todos. Lo hará el Espíritu en nosotros en la medida en que seamos pobres, confiemos en Él y nos entreguemos. En la medida, también, en que descubramos el dolor en nuestros hermanos y nos decidamos a llenar sus esperanzas.
- El Señor nos pide que seamos fieles.
- Fidelidad absoluta a nuestra hora.
- Fidelidad a la identidad esencial de nuestra Iglesia.
- Fidelidad al Espíritu de Pentecostés.
- Fidelidad a nuestra vocación impostergable: ser para los hombres <la Iglesia de la Pascua>.