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Juan Vazquez

¿Será demasiado pronto para hacer “una historia” de Juan Vázquez? No vamos a ser menos que los periódicos y diarios que en todo el mundo pusieron en letras de plomo el nombre de un modesto soldado de Jesús perdido en la ciudad gigante más austral de la tierra

Así iniciaba Sursum, la revista de la JAC, la noticia de que Juan había sido nombrado presidente Internacional de la Juventud Católica, con Sede en Roma.

La designación de nuestro compañero Juan Vázquez para presidir los destinos de la Federación Internacional de la Juventud Católica, viene a coronar una brillante carrera, abnegada y entregada en el servicio de la Iglesia de Cristo

proseguía la nota.

¿Quién era Juan?

Juan nació el 19 de enero de 1917 en Temperley, partido de Lomas de Zamora, Pcia de Buenos Aires. Sus padres fueron José Vázquez Rodríguez y anuncia Fernández Álvarez, oriundos de Galicia.

Su madre lo ofreció a la santísima Virgen de Luján, antes de nacer, inculcándole una ferviente devoción a la Santísima Virgen, promesa que cumplió siempre con fervor.

Estudió en la escuela Manuel Belgrano y en el Instituto Euskal Echea, donde se recibió de Bachiller con notas sobresalientes. Siempre obtuvo el primer premio por las calificaciones obtenidas y dedicación al estudio. Sus estudios terciarios los hizo en la Universidad Nacional de Buenos Aires, alcanzando el título de Ingeniero Agrimensor.

Perteneció a la Arquidiócesis de la Plata, hasta que se formó la diócesis de Lomas de Zamora, En 1932, cuando nacía en nuestra patria la A.C.A, fue llamado por su párroco a formar junto con otros muchachos el centro J.A.C. de la Parroquia Nuestra Señora de la Piedad de Temperley, del que más tarde y por varios años sería su presidente. Actuó allí hasta 1942.

Luego de pasar por el Consejo Arquidiocesano de la Plata fue llamado a colaborar en el Consejo Superior, donde fue sucesivamente Secretario General, vicepresidente y por fin Presidente Nacional en 1952. Desde que fue llamado a colaborar en el Consejo Superior de la Juventud de la A.C, fue sucesivamente secretario, vicepresidente y Presidente Nacional, hasta llegar a ser vicepresidente de la Junta Central de la A.C.A.

En 1946 viajó a Europa como integrante de la delegación de la J.A.C. al Congreso de Pax Romana.

En la Asamblea General de la Federación Internacional de la Juventud Católica de 1951 celebra en Roma, y a la cual Vázquez asistió como delegado argentino, fue elegido Vicepresidente. En este cargo fue reelecto en la Asamblea General de 1954 y en 1956 fue designado Presidente

Este viejo luchador cuya figura se confunde casi con la historia de la J.A.C.; de sus mejores y peores tiempos, de sus tormentas y de sus triunfos, de sus éxitos y de sus caídas, presta hoy al movimiento que fue el teatro de su actividad desde la niñez, la ocasión de presentarse al mundo clamando por un puesto de vanguardia, que será el de la J.A.C Argentina, cada vez que hablen los labios de nuestro Presidente Nacional

Así escribían sobre él sus amigos y compañeros de aquella época en la ya citada revista que fue canal de comunicación permanente de los jóvenes de la Acción Católica.

La F.I.J.C. agrupaba a 16 millones de jóvenes de 41 países adherentes. Teniendo, por aquellos años, estatuto consultivo ante la UNESCO. Sus anteriores presidentes fueron Joseph Senn (presidente de la Juventud Católica Suiza) y Henrich Koepler (Presidente de la Juventud Católica Alemana).

En el año 1951 le fue encargada a Vázquez la Comisión Iberoamericana de la F.I.J.C con sede en Buenos Aires, cargo que ejerció durante dos períodos. Esta comisión realizó varios encuentros regionales: Buenos Aires (agosto de 1952); la Floresta (Febrero 1953); Lima (Octubre 1953) y Río de Janeiro y Montevideo ( Julio de 1955 y Octubre de 1956 respectivamente).

Entonces fue cundo introdujo los Cursillos de cristiandad en la Argentina, celebrándose le primer cursillo del 24 al 27 de mayo de 1956 y creando dos Secretariados regionales con sedes en Buenos Aires y en Méjico

Como laico cabal, estas responsabilidades no lo alejaron de su campo profesional donde se desarrolló como profesor de matemáticas, merceología, física, religión y moral en escuelas de enseñanza secundaria de nuestro país. En 1930 ingresó en la Dirección de Ferrocarriles como funcionario en distintos niveles, llegando a desempeñarse con cargos directivos jerárquicos.

Fue docente en la Escuela de Comercio de Temperley, en la cual fue uno de sus fundadores, en el Instituto “Vicente Pallotti, en el Instituto del Profesorado “Antonio Saénz” de nivel terciario.

Funcionario del Ministerio de Transportes de la Nación, fue dejado cesante en diciembre de 1954 por el gobierno de Perón, siendo reincorporado en diciembre de 1955.

Fue desde su fundación profesor de la Universidad Católica Argentina, enseñando entre otras materias, Doctrina Social de la Iglesia, Ética y Moral profesional y teología. Con anterioridad a la Universidad Católica fue profesor en el Instituto de Cultura Católica de Buenos Aires.

Desde 1958 hasta 1967 fue miembro permanente de la Junta Central de la A.C.A por designación del episcopado.

El Papa Pablo VI lo designó como uno de los primeros laicos que debían asistir como auditores al Concilio Vaticano II, en 1963/ 1964 y 1965, hasta su clausura.

El 10 de noviembre de 1964 ante el Concilio Vaticano II en su tercera sesión Juan expresa:

Los auditores laicos agradecemos de corazón que nuevamente se nos invite hoy a decir nuestras palabras. Ya que, al intervenir sobre el esquema de Apostolado laico, manifestamos nuestro vivo interés por este otro: el de la Iglesia en el mundo moderno…Pero no basta mirar hay que concretar…La historia del esquema es corto…Tenemos viva conciencia de que la Jerarquía necesita conocer, día tras día, el mundo y su devenir. Sentimos hondamente nuestra misión, que en el lenguaje del Santo Padre Pablo VI ha adquirido la definición de PUENTE. Porque repetimos-somos Iglesia, somos mundo.

Queremos observar, hablar y obrar para la Iglesia y el mundo”

Fue el único laico que habló en las sesiones públicas de esa gran asamblea episcopal

En 1967 la Santa Sede lo distinguió una vez más, nombrándolo miembro del CONCILIUM de laicos por un quinquenio.

Durante 1969 a 1970 y 1970 a 1973 fue Director de Caritas Argentina, creando el Departamento de la Juventud.

De laico a sacerdote

En 1973, expresa a su Obispo su deseo de consagrarse al sacerdocio. Tenía 56 años, el 26 de diciembre de 1974 fue ordenado Diácono y el 29 de junio de 1975 lo ordena sacerdote en la Plaza de San Pedro de Roma a la edad de 58 años.

De regreso a su país se incorpora a su Diócesis de Lomas de Zamora y se dedicó al servicio sacerdotal en la Pastoral Juvenil y en la Universidad Católica Argentina para la cual había colaborado desde el año 1958. Fue capellán de la facultad de Ciencias Sociales y Económicas de dicha Universidad.

Entabló en este tiempo una amistad sacerdotal grande con muchos jóvenes, su verdadera pasión. De cada uno de ellos fue sacerdote, asesor, hermano mayor y amigo.

En 1976 una lesión vascular encefálica, lo deja limitado en muchas actividades, pero no en su entrega y su servicio, en su lucidez y en su amor irreducible por la Acción Católica a quien siguió acompañando ya sea formal o informalmente en cuanta ocasión se le solicitara.

Algunos recuerdos sobre su persona Hombre sencillo, de sereno caminar y hablar, pero apasionado y fuerte en sus convicciones. Exigente, pero comprensivo. Su centro y su prédica era nada más y nada menos que la “Amistad con Cristo “y cuatro consignas que marcaba a fuego en quienes lo conocíamos: austeridad, autenticidad, limpieza de alma y corazón, fidelidad. Muchas veces le escuchamos decir:

“Entre los jóvenes de la JAC no hay lugar para mediocres y si lo hubiera, o deja de ser mediocre o deja de ser de la Acción Católica”

Monseñor Manuel Menéndez, quien fuera Obispo de San Martín, solía contar con afecto y con emoción:

Recuerdo el martes 10 de noviembre de 1964, fecha histórica para los católicos argentinos, Juan Vázquez, ante la presencia de 2119 Padres Conciliares, durante mas de doce minutos, habla de la Asamblea Ecuménica, uno de los temas más importantes del Concilio: la presencia de la Iglesia en el mundo. Su voz pausada, más bien apagada, pero clara y firme, tenía sonoridades que llegaban al alma y la embargaban en emoción. Los aplausos con los que los Padres Conciliares premiaron la disertación de Juan Vázquez me parecieron palomas ágiles que volaban hacia la querida Patria Argentina para posarse sobre el precioso lábaro de la bendita Acción Católica Argentina”

El Secretario de Restado del Vaticano, cardenal J. Villot, en la carta a Vázquez del 19 de Junio de 1972, le decía “…….el Santo Padre me ha confiado expresarle gratitud por la actividad desarrollada y por la seriedad con que Vd. ha tomado parte en unos trabajos que, durante estos cinco años, han significado ya un gran servicio para la Iglesia… ”

Para la Santa Sede es motivo de esperanza el estar seguro de que Vd. Pondrá al servicio de todos, donde continúe trabajando, esta amplitud de espíritu y de corazón

En 1999 Florencio José Arnaudo, en respuesta al pedido de información anecdótica sobre Juan Vázquez informa……..” estuve con los varios campamentos, viajamos juntos a Europa en 1948, nos seguimos viendo mas adelante en la Universidad Católica, donde ambos dictábamos Doctrina Social de la Iglesia, hasta poco antes de su muerte.”

El padre Manuel Moledo decía sobre él “Yo creo que si la J.A.C ha dado un santo, ese santo es Vázquez”..

El Pbro. Dr. José Luis Kaufmann, Vicario Judicial, presidente del tribunal eclesiástico ínter diocesano “C “de La Plata, hace referencia diciendo “lo que ha quedado marcado a fuego en mi corazón fue una frase de Vázquez: “Entre los jóvenes de la J.A.C no hay lugar para mediocres y si hubiera uno o deja de ser mediocre o deja de ser de la Acción Católica”

Quienes lo conocimos en la etapa final de su vida, supimos también descubrir en él, el paso de un santo en nuestras vidas jóvenes. Nos enseñó a amar a la Iglesia y la a la Acción Católica, nos enseñó a ser comunidad de amigos, nos “machacó” hasta el cansancio en la importancia vital de una formación integral y el apostolado; nos llevó a su querida “Cabaña Pío XI”, junto al Mascardi como Jesús llevó a Pedro, Juan y Santiago al Tabor.

Valoró nuestra vocación laical, bendijo y acompañó nuestros matrimonios jóvenes, jugó con nuestros primeros hijos como un abuelo, mientras imprimía siempre una enseñanza para forjar tiernamente su carácter y abrirles el corazón hacia Dios, su madre, la Iglesia, la Acción Católica.

Supo guiar, orientar, alentar el camino, en la escuela del sacrificio por amor, contagió alegría y entusiasmo, aun frente a un horizonte que lo preocupaba. Pasaba horas confesando en su casa, para lo cual tenía una autorización de su Obispo diocesano, nunca estaba apurado para atendernos y escucharnos, Partió como los santos, por eso no nos dejó.

En 1992 debió ser internado en el Cottolengo de Claypole, donde falleció el 10 de diciembre, allí se encuentra sepultado.