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Mensaje de Claudia Carbajal, presidenta del Consejo Nacional de ACA

¡Alabado sea Jesucristo!

Es tiempo de actuar desde un corazón discipular misionero. Todo en el paradigma de la misión.

Estamos aquí y estamos en camino, andando no más, parafraseando al Beato Angelelli.

Haciendo resonar en nosotros el grito que recuerda en medio del dolor del mundo de hoy, hay un solo camino: “todos ustedes son hermanos” y en su eco, aquella invitación de Wenceslao Pedernera, nuestro hermano beato, “no odien”, porque esta hora nos exige, ser puentes, tejer redes, superar grietas, vivir la comunión, que es mucho más que sumar, profundizando aquello de ser Iglesia, misterio de comunión misionera, que el Venerable Card. Pironio nos propusiera invitándonos al ejercicio de la sinodalidad que es dialogo, participación, corresponsabilidad encarnada en acciones concretas.

Tenemos que salir hacia el encuentro de todos, con el corazón dispuesto y abierto a abrazar allí la vida como viene. Pero no como buenas intenciones, declaraciones discursivas o hechos puntualmente agendados, sino en actitud de vida concreta en la parroquia, la diócesis, en lo nacional. En cada familia, el estudio, el barrio, en cada lugar de trabajo, en cada comunidad, en el campo social.

Reavivemos en nosotros la dulce y confortadora alegría de evangelizar, ofreciendo con sencillez y audacia el testimonio de nuestro encuentro personal y comunitario con Jesús que nos cambió la vida y nos puso en un camino en donde no se puede volver atrás, porque el que siembra siempre mira el surco de hoy, con esperanza, destinado a dar frutos, cuando Dios quiera, donde y como Él quiera.

Todos discípulos misioneros, los aspirantes con su natural alegría entre otros niños para ser testigos del amor de Dios que sigue confiando en la humanidad. Los jóvenes que con su fuerza vital testimonien que hay un sentido para la vida que plenifica de verdad y no, con espejitos de colores. Los adultos y sectoriales que, presentes en la tierra de misión de cada uno y una, anuncien con su vida la buena noticia que libera, transforma y es capaz de hacer nueva todas las cosas.

El querido Papa Francisco, a quien hoy desde aquí, le renovamos nuestro cariño y fidelidad, nos dice que esta pasión evangelizadora “se note” … pues bien, entonces, ¡¡¡a hacerla notar!!! En medio de nuestro pueblo, de nuestra gente que reclama por paz, por justicia, por el desarrollo integral de cada hermano y hermana, empezando por los más pobres y desamparados en cada periferia de la vida, ya sea material o existencial.

En nuestra querida Argentina es urgente dar respuestas al clamor de los pobres y al cuidado de nuestra casa común, para despejar las sombras de un mundo cerrado y abrirlas creativamente a horizontes de fraternidad.

Que lo que hemos soñado juntos, a lo largo del itinerario que hemos vivido como AC, en cada comunidad, en los organismos de conducción, se transformen en acciones concretar de amistad social, de encuentro evangelizador, de hecho misionero en cada grupo y en la vida de cada uno de nosotros.

Y permítame, antes de finalizar, agradecer a Jesús que me salió al encuentro para cimentar mi fe a través del camino de la ACA en la parroquia Asunción y San Andrés, en mi diócesis de San Martin, cuna también de mi familia, a Emilio, mis hijos, mis nueras, mis nietos pequeños, incondicionales sostén del camino y del servicio que hoy me toca asumir. A mis amigas y amigos, entrañables compañeros de la misión y la vocación, y a cuantos, en este largo recorrido, han enriquecido mi vida con su testimonio de generosa entrega a los otros, sólo por el amor a Jesús.

En Él nuestra confianza para este nuevo tramo que iniciamos, eslabón de una historia que ya lleva 91 años en nuestra patria. A su misericordia y providencia cada paso del porvenir-

Somos nosotros, somos Iglesia, somos misión. Que en el día de nuestra madre la Virgencita de Luján, nos cubra con su manto y nos ayude a decir siempre, ¡Hágase!