09 Jul Que el Día de la Independencia renueve nuestra esperanza colectiva
En este 9 de julio, Día de la Independencia de nuestra Patria…
Celebramos la dignidad de la persona humana y por eso, damos gracias por nuestro pueblo argentino, por su gente buena, trabajadora, que abraza la vida, la nutre y la desarrolla cada día con su entrega simple y generosa. Celebramos a quienes no le temen al poder de turno para defender la vida de “punta a punta”, para denunciar las injusticias, al crimen organizado y las tantas miserias que nos corroen diariamente arrebatando las oportunidades de los ciudadanos y ciudadanas honestos.
Celebramos la familia, núcleo vital, donde se ha de experimentar la alegría del amor y del cuidado donde se cobijan los sueños y las esperanzas, donde se acompañan los dolores y nos enseña a abrimos a la experiencia de la fraternidad que se abre a la comunidad.
Promovemos los derechos humanos y los deberes que nacen de éstos y que celebramos en quienes se levantan cada día con el corazón tranquilo y salen en busca del pan cotidiano, ganado en el esfuerzo del trabajo bien hecho en la oficina, la fábrica, la empresa o en la changa; en quienes se empeñan aprendiendo en las aulas soñando un futuro digno y a quienes enseñan buscando el crecimiento y desarrollo de cada uno. En aquellos que se entregan en el mundo de la ciencia, la tecnología, en el área de la salud, para mejorar la calidad de vida humana.; en quienes en el mundo del arte transmiten valores y en quienes en el mundo de la economía ponen en el centro a la persona; en quienes comunican e informan la verdad sin las ataduras de las ideologías que dominan; y en aquellos que hacen de la política un servicio, administran justicia con sabiduría y en quienes asumen su rol en las fuerzas de seguridad, respetando y defendiendo estos derechos.
Abrazamos a nuestros hermanos y hermanas más pobres y vulnerables, que desde las barriadas más humildes le dan pelea a sus limitaciones y buscan horizontes nuevos para salir adelante. A los jubilados que no les alcanza la jubilación para subsistir, a los trabajadores informales, a quienes se quedaron sin trabajo o a los que nunca pudieron acceder a uno. A nuestras mujeres que en medio de la pobreza dan lo mejor de sí por los suyos.
Abrazamos a todas las personas que acompañan la vida como viene, haciendo de la solidaridad un vínculo fraterno para acompañar la vulnerabilidad de la pobreza, las adicciones, la exclusión y buscan caminos para revertir las estructuras que atentan contra la dignidad de la vida. A las víctimas de la trata y de la violencia, a sus familias sufrientes y muchas veces desamparadas. Hoy, especialmente, queremos dar gracias por quienes en comedores, merenderos y obras de bien multiplican lo que hay para que alcance a todos y con generoso empeño proponen nuevas oportunidades y dan esperanza.
Nos comprometemos con el Bien Común porque queremos construir una patria más honesta, justa y humana, donde todos y cada uno logren su desarrollo pleno, donde, como pueblo, busquemos siempre la convivencia respetuosa y el diálogo que favorece el encuentro, generando amistad social.
Pedimos al Estado que respetando el principio de subsidiaridad colabore en el crecimiento en armonía, en la justicia social y en el respeto a la libertad de las personas para alcanzar de modo “más libre, más firme y más eficazmente todo aquello que es de su exclusiva competencia”. (Encíclica Quadragesimo Año, 80).
También en este 9 de julio damos gracias por nuestra tierra, bendecida y generosa, por su extenso territorio, por sus riquezas naturales, que queremos proteger y administrar sin dañar ni depredar para que las generaciones futuras sigan disfrutando de nuestros recursos y sus bellezas.
Que este Día de la Independencia fortalezca nuestra esperanza y el buen Dios nos conceda la gracia de encontrar a Loan con vida.