Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores 2025

Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores 2025

INTRODUCCIÓN GENERAL

El Santo Padre (Francisco) ha elegido el tema de la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que este año se celebrará el domingo 27 de julio: «Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza» (cf. Si 14,2).

Estas palabras, tomadas del libro del Eclesiástico, expresan la bienaventuranza de los mayores y señalan la esperanza puesta en el Señor como camino hacia una vejez cristiana y reconciliada.

En el año jubilar, la Jornada, instaurada por el Papa Francisco en 2021, quiere ser una oportunidad para reflexionar sobre cómo la presencia de los abuelos y de los mayores es un signo de esperanza en cada familia y comunidad eclesial.

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida renueva la invitación del Papa Francisco a todos a celebrar la Jornada en cada diócesis y a dedicar las celebraciones del domingo 27 de julio a los mayores, promoviendo visitas y oportunidades de encuentro entre generaciones. (Comunicado de prensa del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida: Tema de la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores).

Mensaje del Papa León XIV para la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores.

Queridos hermanos y hermanas:

El Jubileo que estamos viviendo nos ayuda a descubrir que la esperanza siempre es fuente de alegría, a cualquier edad. Asimismo, cuando esta ha sido templada por el fuego de una larga existencia, se vuelve fuente de una bienaventuranza plena.

La Sagrada Escritura presenta varios casos de hombres y mujeres ya avanzados en años, a los que el Señor invita a participar en sus designios de salvación.

La ancianidad, la esterilidad y el deterioro parecen apagar las esperanzas de vida y de fecundidad de todos estos hombres y mujeres. (…) Sin embargo, en cada ocasión, frente a una respuesta aparentemente obvia, el Señor sorprende a sus interlocutores con un acto de salvación.

 

Para reflexionar:

  • Los ancianos, signos de esperanza

– En la Biblia, Dios muestra muchas veces su providencia dirigiéndose a personas avanzadas en años. Así ocurre no sólo con Abraham, Sara, Zacarías e Isabel, sino también con Moisés, llamado a liberar a su pueblo siendo octogenario (cf. Ex 7,7). Con estas elecciones, Dios nos enseña que, a sus ojos, la ancianidad es un tiempo de bendición y de gracia, y que para Él los ancianos son los primeros testigos de esperanza.

– Si es verdad que la fragilidad de los ancianos necesita del vigor de los jóvenes, también es verdad que la inexperiencia de los jóvenes necesita del testimonio de los ancianos para trazar con sabiduría el porvenir. ¡Cuán a menudo nuestros abuelos han sido para nosotros ejemplo de fe y devoción, de virtudes cívicas y compromiso social, de memoria y perseverancia en las pruebas! Este hermoso legado, que nos han transmitido con esperanza y amor, siempre será para nosotros motivo de gratitud y de coherencia.

  • Signos de esperanza para los ancianos

– El Jubileo, desde sus orígenes bíblicos, ha representado un tiempo de liberación. Considerando a las personas ancianas desde esta perspectiva jubilar, también nosotros estamos llamados a vivir con ellas una liberación, sobre todo de la soledad y del abandono.

Frente a esta situación, es necesario un cambio de ritmo, que atestigüe una asunción de responsabilidad por parte de toda la Iglesia. Cada parroquia, asociación, grupo eclesial está llamado a ser protagonista de la “revolución” de la gratitud y del cuidado, y esto ha de realizarse visitando frecuentemente a los ancianos, creando para ellos y con ellos redes de apoyo y de oración, entretejiendo relaciones que puedan dar esperanza y dignidad al que se siente olvidado.

  • En la vejez se puede esperar

– El libro del Eclesiástico afirma que la bienaventuranza es de aquellos que no ven desvanecerse su esperanza (cf. 14,2), dejando entender que en nuestra vida —especialmente si es larga— pueden existir muchos motivos para volver la vista atrás, más que hacia el futuro. Sin embargo, como escribió el Papa Francisco durante su último ingreso en el hospital, «nuestro físico está débil, pero, incluso así, nada puede impedirnos amar, rezar, entregarnos, estar los unos para los otros, en la fe, señales luminosas de esperanza» (Ángelus, 16 marzo 2025).

– Especialmente en la vejez, perseveremos confiados en el Señor. Dejémonos renovar cada día por el encuentro con Él, en la oración y en la Santa Misa. Transmitamos con amor la fe que hemos vivido durante tantos años, en la familia y en los encuentros cotidianos; alabemos siempre a Dios por su benevolencia, cultivemos la unidad con nuestros seres queridos, que nuestro corazón abarque al que está más lejos y, en particular, a quien vive en una situación de necesidad. Seremos signos de esperanza, a cualquier edad.