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Día del Trabajador | Artesanos de la esperanza, constructores de fraternidad

La conmemoración del Día del Trabajador nos encuentra en una convulsionada coyuntura. Todavía resuenan los ecos de la pandemia, mientras continúa una guerra fratricida en Europa que, aunque pareciera lejana, impacta en todo el mundo, dejando no sólo miles de muertos, familias destruidas y cientos de miles de migrantes, sino también graves perjuicios económicos a nivel mundial.

En nuestro país, estas situaciones potencian aún más los graves problemas que impactan en la economía, la producción y en la vida cotidiana. Varios son los temas que nos interpelan como sociedad: una inflación de tres dígitos que hace menguar diariamente el poder adquisitivo de todos los trabajadores y de los jubilados, y pone en mayor desamparo y vulnerabilidad a nuestros hermanos y hermanas que viven del trabajo informal, vemos con preocupación que, escondidos en supuestas bajas de los índices de desocupación, la mayoría de los puestos de trabajo que se crean son de mayor informalidad, precariedad y menores sueldos, los elevados datos de pobreza en nuestro país y sobre todo su impacto sobre la infancia y adolescencia, se suman al recrudecimiento de la violencia como única forma de solución de conflictos.

Para ser constructores de fraternidad necesitamos generar consensos a través del diálogo, el respeto reciproco, la fraternidad. Para salir adelante es necesario desplegar la creatividad, la honestidad, la sensibilidad social, la solidaridad y el espíritu de servicio. Necesitamos que todos puedan desarrollar sus capacidades, sus iniciativas, sus fuerzas en un trabajo digno como el mejor camino para una existencia vivida con dignidad, en base a una mayor equidad distributiva, nuevos empleos de calidad, una nueva economía con rostro más humano.

En un año marcado por las elecciones en todo el país, es oportuno recordar que “en esta barca estamos todos y nadie se salva sólo”, y se requieren soluciones comunes por encima de intereses particulares, partidarios y sectoriales capaces de cuidar el bien común y garantizar la participación, en el empeño de un trabajo digno que incluya a todos, sin dejar de lado a los más vulnerables

Como artesanos de esperanza que deseamos ser, confiamos a cada trabajador y a su familia a San José Obrero y pedimos su intercesión en estos tiempos difíciles. Nuestra Madre de Luján, que siempre está atenta a las necesidades y la vida de sus hijas e hijos, nos acompañe.

Sector Trabajadores

Acción Católica Argentina